~gracias por su visita~

viernes, 26 de septiembre de 2008

Ola! soy Yukimi esta sera la ultima entrada de este blog ya que emos creado otro rakeletta y yo emos decidido cerrar este i crear otro.
Aqui les dejo el link: http://shojoyaoifansite.blogspot.com/
Espero que os paseis por ahi ^^ arigato^^

Michas gracias por visitar nuestro blog ^^

jueves, 19 de junio de 2008

Death Note cap 9

en vista de que yukimi no ha recuperado internet... subo yo death note ^^


www.Tu.tv

martes, 17 de junio de 2008

The friki hearts 11


acabo de recordar que yukimi no tiene internet, pobrecita T.T


lunes, 16 de junio de 2008

Jugando con fuego 8

ejem!
pedimos disculpas por la ausenciaa!! yo he estado en francia aislada de todo contacto con internet y cualquier cosa parecida a un ordenador T.T y yukimi a estado estudiando para los examanes de esta semana (creo, ya lo confirmará alla lo que ha estado haciendo ¬¬)
Bueno aki os dejo el capitulo 8

Capitulo 8. Miedo a entregarse.

Sanji sintió el peso de Ace reposar sobre el agotado, su jadeante respiración golpeando su oído, su desbocado corazón latir contra su pecho.

El cocinero se llevo una mano al rostro mientras trataba de normalizar su propia respiración. Lo había hecho de nuevo. ¿Por qué necesitaba de aquella imagen para alcanzar el climax?¿Por qué demonios no podía simplemente abandonarse a lo que su cuerpo sentía?

El moreno se alzó sobre los codos cuando recuperó fuerzas y Sanji retiró el brazo de su cara cuando captó que lo observaba. Su expresión era radiante, sus ojos brillaban de manera especial haciendo que las pecas que cubrían sus mejillas le dieran un aspecto más aniñado y la cálida sonrisa que le ofrecía era...insoportable.

La mano de Ace acarició sus rostro delicadamente retirando un mechón humedecido que se había pegado a su frente y se inclinó para besarlo. Un beso de una dolorosa ternura.

-Necesito un cigarrillo...- murmuró cuando el moreno se retiró de sus labios y se incorporó para buscar sus pantalones. Ace se abrazó a su espalda cuando se sentó al borde de la cama y prendió la lumbre antes de que el rubio se desesperara buscando las cerillas. El humo inundó los pulmones del cocinero en una larga calada que luego dejo escapar pesadamente mientras sentía al moreno repartir pequeños besos por sus hombros.

- Ha sido una agradable sorpresa descubrir que te gustan los hombres...- empezó a hablar quedamente el moreno-. ¿Por qué no me lo dijiste antes?

- Nunca preguntaste...- murmuró el rubio intentando analizar como quedaba ahora su relación con el comandante. Si lo que había pasado afectaría o no a su amistad pero sobre todo si como temía el moreno esperaría algo más de él.

- Creí que la duda te ofendería- rió alegremente- Eras bastante escandaloso al cortejar a las chicas.

- Tú tampoco es que lo lleves escrito en la cara...- se defendió Sanji y notó como los brazos de Ace lo rodeaban con mas fuerza. Aquello era agradable pero...

-Quiero que esto se repita...- dijo el moreno cálidamente a su oído-...quiero tenerte siempre a mi lado...Me gustaría que aceptaras salir conmigo.

-¿Salir?...- la cara de Sanji se descompuso de tal forma ante aquellas palabras que el cigarrillo cayó de sus sorprendidos labios. Esperaba que le pidiera ser su amante pero ¿salir juntos?-. ¿A qué te refieres con "salir"?

- ¿Como que a qué me refiero?- preguntó desconcertado el moreno haciendo que el rubio se girara para poder mirarlo a los ojos-. Ya sabes...no quiero que esto se quede solo en sexo...Yo...yo estoy loco por ti, quería decírtelo antes de llegar a esto pero...bueno- una sonrisa coqueta apareció en sus labios-...no pude resistirme a ti...- Ace leyó el miedo en el ojo descubierto del rubio-...se que tal vez sea algo precipitado pero...si me dieras una oportunidad...

- Espera, espera....- Sanji se levantó aun procesando aquello. Igual estaba malinterpretando las palabras del moreno-...tu quieres que...nosotros...- movió las manos señalando al moreno y luego a él mismo-...con salir quieres decir...¿ir juntos por la calle cogidos de la mano y esas cosas?

-si, y esas cosas- rió divertido el moreno por la cara de susto que tenia el rubio. Parecía como si nunca nadie le hubiera propuesto algo así.

- Si es una broma no tiene gracia...- dijo el cocinero enfadado ante la tranquilidad de Ace, pero éste simplemente se levanto y lo rodeó con sus fuertes brazos quedando cara a cara con él.

- No es ninguna broma- le dijo cálidamente-. Te quiero y no tengo por qué ocultarlo.

- ¿Pero tú te estás oyendo?- se removió inquieto el rubio pero Ace no aflojó su abrazo-. Eso...eso no tiene ningún sentido...los hombres no...

- ¿Los hombres no salen juntos?- preguntó curioso el comandante.

- Eso es...

- ¿Quién te ha dicho semejante tontería?

-...- Sanji agachó la cabeza abrumado y cerró los ojos repitiendo una frase que tenia grabada a fuego en su mente desde su adolescencia-...no es ninguna tontería...los hombres no salen con otros hombres, los hombres salen con mujeres y tienen como amantes a otros hombres.

- ¿Quieres decir que puedo ser tu amante pero no tu novio?- dijo divertido ante las ideas del rubio. Se ve que aun le quedaba mucho por saber de aquella cabecita loca.

- No...Quiero decir que un hombre puede ser amante de otro hombre pero no su novio...- la vista del rubio fue a un lado para no encontrar la del moreno cuando le dijera aquello-...yo no...no quiero atarme a nadie, así que no aceptaría ser tu amante tampoco...

- ¿Por qué no?- preguntó intrigado el moreno, podía sentir que aquellas palabras habían sido pronunciadas más de una vez y tal vez aquello fuera suficiente para hacer desistir a un amante casual pero el no se iba a rendir tan pronto, no iba a aceptar aquello. Encontraría la manera de traspasar ese muro que el rubio había instalado de improvisto entre ellos.

- Porque no quiero hacerte daño...- musitó con esfuerzo. Nunca había dado tantas explicaciones después de acostarse con alguien, pero es que Ace no era precisamente un desconocido.

- Eso esta bien- dijo animadamente el moreno y Sanji alzó la vista hasta encontrarse con aquellos profundos ojos negros cargados de seguridad en sí mismo-. Si no sintieras nada por mi, te daría igual- una sonrisa arrogante se dibujo en los finos labios-. Eso quiere decir que todavía tengo una oportunidad.

- ¿Es que no me estás oyendo?- preguntó irritado por esa suficiencia-. Puede que aquí aceptara tus juegos pero en cuanto pisemos tierra volvería a correr detrás de todas las señoritas de la isla...

- Y yo aceptaría correr ese riesgo si tu me dieras la oportunidad de demostrarte que soy todo cuanto necesitas...

- ¿Por qué no quieres entenderlo...?- sollozó cansado apoyando la frente contra el bien formado pecho del comandante.

- No puedo entenderlo si no me lo cuentas todo...- le susurró al oído abrazándolo con ternura mientras acariciaba la suave melena rubia-...se que hay algo que no me has contado, algo que te guardas y que te impide que te entregues con libertad...- el moreno lo separó de él tomando sus mejillas entre sus manos y secó con el pulgar una pequeña lágrima que había aparecido en el ojo del rubio-. Confía en mí, por favor...Dime quien te hizo tanto daño...

Sanji guardo silencio un largo minuto, perdido en aquel protector contacto. Lo que le pedía era una locura, nunca le había contado aquello a nadie. ¿Cómo podía él saber que le habían hecho daño con anterioridad?...Puede que solo estuviera probando suerte pero el joven comandante le transmitía tanta seguridad, era tan fácil hablar con el...y la propuesta era tan tentadora. Confiar completamente en alguien de nuevo...¿Podría?...Tal vez se sacara esa idea de salir con él si se lo contaba.

- Esta bien...- dijo finalmente tomando las manos del moreno y retirándolas de su rostro-...si es la única manera de que lo entiendas, te lo contare todo.

El rubio ando hasta la cama, recogió el cigarrillo del suelo y se sentó dándole un par de caladas cortas mientras ponía en orden sus ideas. Ace se sentó a su lado y agarró su mano atento como siempre a su conversación. El rubio rió sin humor. ¿Por qué tenia que ser tan jodidamente perfecto?

- Tenia 13 años cuando lo conocí y no sabía absolutamente nada sobre el amor o el sexo. Por aquel entonces solo me preocupaba que el Chef Zeff reconociera mi cocina y que el Baratie prosperara, pero no era fácil convivir con ex-piratas. Las peleas en la cocina eran una rutina y tener un restaurante en mitad del océano era casi una invitación a los abordajes de auténticos piratas. Así que siempre andábamos cortos de personal. La falta de camareros nos obligó a los propios cocineros a atender las mesas de vez en cuando y yo había dado el "estirón" hacia poco, mis piernas se habían alargado considerablemente y las patadas que ya daba me habían proporcionado cierto respeto entre mis compañeros,. Ya nadie se atrevía a llamarme mocoso o niño, a excepción del "Viejo", así que como era lo suficientemente mayor como para pelear, lo era también para atender a los clientes...- Esa había sido la parte fácil, Sanji se detuvo un instante para dar una larga calada y Ace pudo ver como el ojo fijo en la madera del suelo adquiría una tristeza infinita, haciéndole maldecirse mentalmente por su egoísta cabezonería. Si realmente lo quería tendría que haber aceptado su negativa en lugar de obligarle a recordar...pero si tan solo existía una posibilidad de ayudarle a superar ese terror al compromiso, tal vez valiera la pena que ambos sufrieran un poco. Apretó su mano cariñosamente y el rubio pareció volver del mundo al que se había marchado. Le sonrió con esfuerzo y suspirando continuo.- ...Se llamaba Kazutaka Nagase y poseía una de las rutas comerciales mas sólidas del East Blue. Era un hombre aparentemente intachable. Tenia el respeto de amigos y enemigos, una considerable fortuna, una adorable familia...- su voz tembló ligeramente ante la última palabra-...Venia todos los domingos al restaurante acompañado de su mujer e hija, y esperaban pacientemente sentados hasta que fuera yo quien los atendiera. Cuando en una ocasión, uno de los cocineros tuvo el descaro de preguntar por que yo, él respondió sencillamente que su hija se había encaprichado conmigo. La verdad es que eran una familia perfecta. Tenia una preciosa y joven esposa, de larga melena negra y piel como la porcelana exactamente igual a su adorable hija, que a sus 15 años ya hacia girar la cabeza de todos los clientes masculinos de la sala. Era lo mas hermoso que yo había visto nunca pero quien me iba a decir que seria incapaz de amarla. Quien me iba a decir que quedaría cautivado por una corta melena plateada y unos ojos grisáceos tan fríos y afilados como el mejor de mis cuchillos...- Ace no pudo evitar que la amorosa nostalgia con la que el rubio describió a aquel hombre encogiera su corazón. Sin duda, no había dejado de amarlo-. Al principio todo parecía bastante inocente. Yo los atendía cada domingo, agradecía las generosas propinas que me dejaban y aceptaba sus consejos sobre en que gastármela. Hasta que un día Kazutaka me abordó de camino a la cocina y me arrastro hasta el servicio de los hombres. No se por qué no lo detuve, sabía que podría tumbarlo fácilmente de una patada porque a pesar de que él superaba el metro noventa y era de constitución fuerte seguía siendo un simple cliente y yo ya había derrotado miles de veces a Patty y Carne juntos, pero aun así no hice nada. Dejé que me agarrara del brazo y me encerrara con él. Dejé que me alzara y tomara el primero de mis besos y tal vez fue eso lo que lo complicó todo. El que no me resistiera. Tal vez si lo hubiera golpeado, si hubiera gritado y luchado él habría intentado tomar algo más que un simple beso o habría salido huyendo para no regresar jamás, pero solo se quedo ahí parado, mirándome, acariciando mi rostro como si nunca hubiera visto un chico aceptar una caricia. Y la verdad es que yo no tenia ni idea de como debía reaccionar. Aquel hombre estaba casado, tenía una hija que según el mismo había dicho estaba enamorada de mi y me había besado. Aquello me pareció una locura...- Sanji se humedeció los labios distraídamente, pasándose el cigarrillo de un lado a otro con la lengua-. Me pidió una cita...- una triste sonrisa divertida se dibujó en los labios del rubio-...me dijo...que si quería salir con él y con su hija a un festival que se celebraría en la isla en la que vivían y yo acepte. Todo era muy confuso, pero acepte. Quería verlo fuera del restaurante, quería volver a probar el extraño sabor de sus besos. Sin embargo no paso nada en aquella cita. Kazutaka y Kasumi-chan parecían muy unidos, él no dejo de acariciarla en toda la tarde y una parte de mi se sintió celoso ante aquel contacto entre padre e hija, aunque no supe el por qué hasta bastante después.

Kasumi-chan se convirtió en mi primera y última novia oficial. Kazutaka y ella siempre venían juntos a recogerme en mi día libre, pero nuestra relación era de lo mas extraña. Ella estaba allí pero se mantenía distante, y si no fuera porque se aferraba desesperadamente a mi mano ni habría notado que estaba allí, pues Nagase-san centraba todas las conversaciones. Si de Zeff aprendí cuanto sé de cocina y defensa, Kazutaka me enseñó a comportarme ante las chicas y...ante los hombres. El cambio mi forma de vestir del uniforme de cocinero y las infantiles camisetas a los elegantes trajes, pulió como pudo mis belicosos modales (aunque no pudo hacer que dejara de soltar tacos, pasaba demasiado tiempo entre ex-piratas) y...bueno, me enseñó absolutamente todo lo que sé sobre el sexo...- la boca del cocinero se seco de improvisto. Hacia mucho que no pensaba en aquellos días, sabia que lo que pasó no fue normal pero se había prometido aprender de aquello y seguir adelante, aunque jamás pensó que llegaría a compartir esos recuerdos con alguien.

- Si no quieres contármelo, no tienes que hacerlo- le susurró cariñosamente el moreno apretando la mano que sostenía y Sanji lo miró largamente.

- No importa, ya he empezado así que...prefiero sacarlo todo y pasar pagina de una vez- contestó con la tranquilidad que aquel hombre le proporcionaba. Ace asintió y se mantuvo atento y Sanji volvió a tomar otra calada de su casi consumido cigarrillo antes de seguir-. A Kazutaka le gustaba mirar...y estuvo guiándome la primera vez que me acosté con su hija- al cocinero no se le escapó la mirada de sorpresa que el moreno intento disimular al oír aquello. Seguro que no se lo esperaba-. El se sentaba en un sillón cerca de la cama y se quedaba mirando en silencio. Al principio su mirada me cohibía pero...me acostumbre a su presencia, porque una vez que Kasumi-chan se quedaba dormida yo conseguía el premio que tanto anhelaba. Sus besos. Sus callados y escondidos besos- Sanji cerró los ojos recordando aquellos momentos en los que el peliplateado se inclinaba sobre él, el sabor a nicotina de sus besos, su sensual voz.- "Amar es compartir", me decía y para mi sus palabras eran ley. "El destino del hombre esta ligado al de la mujer. Aprende a cuidarlas, protégelas por encima de todo. Busca una buena esposa y forma una familia cuando seas un hombre respetado. Y deja el amor para tus amantes"...

- Sanji ese hombre era...- empezó a decir indignado el moreno.

-...un cabrón- acabó la frase el cocinero-. Lo sé...pero nunca me importó. Dijo que me amaba y para mi era suficiente. Y siguió siendo suficiente cuando Kasumi-chan tuvo que irse a estudiar fuera y tuve que empezar a acostarme con uno de sus socios- la escandalizada mirada del comandante hizo dudar al rubio de contar aquella parte pero ya no podía parar-. Nunca había sentido celos de Kasumi-chan a excepción de nuestra primera cita pero sentí el amargo sabor de ese sentimiento con aquel hombre, porque en varias ocasiones intento hacer participar a Nagase-san en el juego. Sabia que lo deseaba y tenia miedo de que finalmente lo consiguiera y yo pasara a ser un estorbo pero jamás dejó que lo tocara. Él me amaba a mi y por eso me compartía. Yo lo amaba a él y tenia que compartirlo con su esposa. Así era el juego...pero hubo alguien que no lo aceptó.



comentarios a la autora aki! Photobucket

jueves, 5 de junio de 2008

miércoles, 4 de junio de 2008

Jugando con fuego 7

*no dejaré que lo de house me afecte*


Capitulo 7. Solos tú y yo.

Se estaba acercando la hora de cenar y Nami se dirigió a la cocina después de haber recorrido el resto del vacío barco sin encontrar al espadachín. Podía haber mandado a cualquier otro a avisar a Zoro pero las palabras de Robin la habían dejado intrigada y ella no era de las que se conformaran con dejar los puzzles a medias.

Como esperaba, el peliverde se encontraba dormitando en uno de los bancos, con las manos detrás de la nuca. Su pecho subía y bajaba rítmicamente lo que demostraba que dormía plácidamente, y la navegante se acercó a él con tranquilidad. Sabía perfectamente que mientras no representara un peligro real para el espadachín nada podría despertarlo así que simplemente se colocó junto a él y lo observó durante un rato. No podía comprender como alguien podía mantener el ceño fruncido aun durmiendo pero tenía que admitir que aquella expresión de tipo duro era de las cosas más atractivas del peliverde. Lástima que a ella no le fueran los muertos de hambre.

Estiró una mano hacia los pendientes del chico haciéndolos sonar agradablemente al chocar unos con otros y luego su vista se paseó por el fuerte pecho semi descubierto por la camisa desabotonada. Una sonrisa divertida apareció en la cara de la navegante. Una de dos: o Zoro no sabía abrochar botones o estaba especialmente orgulloso de aquella cicatriz. Un dedo tímido se paseó con curiosidad por encima de la herida sintiendo la áspera piel bajo su tacto pero al notarlo removerse incómodo lo retiró enseguida. Parecía que el sueño del joven se había vuelto inquieto. La pelirroja colocó un brazo sobre su hombro para despertarlo.





La mano de Sanji se colocó sobre la derecha de Ace frenando las despreocupadas caricias que empezaban a volverlo loco, mientras que su mente repetía una y otra vez que mantenerse en aquella habitación era una mala idea. Se conocía demasiado bien para saber lo que pasaría si seguían con aquello, y peor aun, se conocía demasiado bien para saber que ocurriría después de dejarse llevar. Nunca le había preocupado las consecuencias de sus acciones pero ahora estaba hablando de Ace, de un hombre que no solo era su comandante sino que se había convertido en un gran amigo, un hombre al que vería a diario y con el que compartía casi todo. Simplemente no debía.

- Yo...tengo que ir a hacer la cena...- su voz salió tan quedamente que Ace tuvo que inclinarse ligeramente para oírlo, haciendo que el broche de su sombrero rozara ligeramente la espalda del rubio.

- Aun es pronto...- respondió el moreno negándose a dejarlo escapar. Se había dado cuenta algo tarde de lo que su mano hacia y al sentir la mano del cocinero sobre la suya, supo que lo había puesto nervioso. Si quería decirle algo, aquel era el momento. No volvería a tener una oportunidad como aquella si le dejaba salir por la puerta-. Sanji yo...- su mano entrelazó los dedos entre los del cocinero sorprendiendo a este, se inclinó aún más sobre el oído mientras su izquierda bajaba en una caricia por el brazo del rubio estremeciéndolo-... Si tu me dejaras...yo podría...enseñarte un par de cosas...





No era la primera vez que tenia aquel sueño. Siempre que sentía que su objetivo se alejaba de su alcance, que la sombra de no poder cumplir su promesa se cernía sobre su corazón aparecía ella para recordarle lo débil que era, para picarlo y hacer que se levantara de nuevo. Kuina, con su permanente expresión de superioridad, manejando la Wadou como si fuera una parte de si misma siempre estaba allí para recordarle quien era y que tenía que hacer.

Las katanas emitían sus particulares sonidos metálicos al chocar, perturbando el silencio del solitario y oscuro prado. Los dos niños, enfrascados en su acostumbrado combate nocturno repetían una danza peligrosa que pocos adultos podían igualar pero que noche tras noche tenía el mismo final.

El pequeño peliverde fue derribado y desarmado. La Wadou de su amiga se clavó peligrosamente cerca de su cabeza en el suelo y la sonrisa de victoria apareció en el pálido rostro de Kuina en el mismo momento que los ojos de Zoro volvían a humedecerse al ser consciente de la nueva derrota.

- Eres débil, Zoro- y aquellas palabras volvían a repetirse con la misma cruel cadencia de siempre-. Madura - Aquella palabra nunca había sido parte del sueño. El pequeño Zoro abrió los ojos sorprendido aunque ya no era un niño, era el mismo el que estaba tumbado sobre la hierba y Kuina ya no estaba a pesar de poder oír su voz-. Solo los críos demuestran su cariño golpeando a las chicas que les gustan.

Una cálida brisa sopló entre los árboles, moviendo el verde pasto a su alrededor y formo un extraño remolino sobre sus ojos, un remolino que tomo forma rápidamente dejando a un etéreo Sanji cara a cara con él. Los brazos del cocinero se enredaron sobre su cuello, mientras que sus ojos se encontraban, una seductora sonrisa estaba esculpida en el pálido rostro que se inclinaba sobre sus labios, pero justo antes de rozarlos se desvió hacia su oído.

- Zoro...- la voz del cocinero sonaba lejana, muy lejana pero la manera en que había pronunciado su nombre era inconfundible. Sus brazos intentaron rodearlo pero el rubio desapareció tal cual había llegado.





Mala jugada. Si realmente quería salir de allí tendría que haberse levantado antes de oír aquella petición. Una sonrisa divertida apareció en sus labios. No era la primera vez que oía aquello, todos lo hombres que se le insinuaban creían que eran los primeros en descubrirle aquel mundo. Un click en su cabeza hizo a un lado su reticencia por estar ante un amigo y sin pudor ninguno se reclinó sobre el pecho del moreno girando la cabeza para mirarlo a los ojos de manera provocativa.

- ¿Que te hace pensar que tú puedes enseñarme algo a mi?- le dijo tan sensualmente que Ace pensó que se derretiría allí mismo. De nuevo Sanji volvía a desconcertarlo pero esta vez lo había dejado completamente fuera de juego. Toda su seguridad desapareció bajo aquella expresión de absoluto control de la situación.

-Yo...pensé que...- balbuceó notando de improvisto la boca seca.

- Pensaste bien - sentenció el cocinero desviando la mirada hacia los labios que el comandante había empezado a humedecer en busca de seguridad.

-Pero entonces...

- Nunca entendí a los vegetarianos- argumentó utilizando una metáfora de cocina como era habitual en su forma de hablar. Al ver la incomprensión del moreno extendió su mano tomando su sombrero y mandándolo lejos-. ¿Por qué renunciar a la carne cuando se pueden combinar ambas cosas?

Un beso hambriento golpeó los labios del comandante que tardo en reaccionar al pensar que le había dado uno de sus ataques narcolépticos y aquello era solo un sueño. Sanji no podía estar actuando de aquella manera tan sumamente arrebatadora. No con él.

La cálida y húmeda lengua del cocinero se paseó por los resecos labios de su comandante que no tardó demasiado en permitirle el acceso a su boca sumisamente notando pronto el sabor a nicotina de aquellos besos y siendo completamente consciente de la situación. Estaba pasando realmente, estaba despierto y Sanji lo estaba besando. Su mano derecha se aferró fuertemente al brazo del rubio mientras que su izquierda se deslizo entre los dedos del cocinero para subir en una caricia hasta su nuca y profundizar aún más el beso, haciéndolo más pasional, más ansioso.

El rubio se removió entre sus brazos para girarse sin romper el beso sintiendo el deseo recorrer su cuerpo de manera familiar y embriagante. Dejó todo su peso caer sobre el moreno para acabar sobre él en la cama mientras que sus manos exploraban la firme musculatura de sus brazos, ansioso por las nuevas sensaciones que aquel joven cuerpo podrían ofrecerle.

Ace se sorprendió ante la fogosidad del cocinero y se vio arrastrado por sus besos hasta que sintió el suave tacto de las sábanas en su espalda desnuda y las finas y delicadas manos del rubio recorriendo su piel. No había planeado llegar tan lejos y menos aún sin haberle dicho absolutamente nada de lo que sentía por él, pero la seguridad con la que el rubio se movía en aquella situación lo había abrumado brutalmente. Ace había tenido muchos amantes con experiencia, pero ni Hide, con su exasperante manía de controlarlo constantemente, había logrado doblegarlo y hacerle perder el control de la manera en que Sanji lo estaba haciendo.

Sus labios se separaron en busca del aire que habían agotado pero solo un segundo se separó el rubio de la piel de su comandante, deslizando su lengua por la superficie de su cuello, mordiendo delicadamente el carnoso lóbulo que se ofrecía cuando Ace inclinó la cabeza hacia atrás extasiado por la sensación de la lengua sobre su piel y de su peso sobre su cuerpo. La ilusión de un tintineo metálico cruzó de manera inexplicable la mente del rubio, que siguió bajando por el cuerpo del moreno hasta su pecho donde su lengua trazó una línea húmeda que pronto tomo una inclinación que lo hizo frenar en seco y cerrar los ojos agarrando la sábana bajo su mano con fuerza.

No podía seguir haciéndole el amor a Zoro en su mente con cada hombre con el que se acostara, simplemente no era bueno para el mismo. Puede que mientras viajaba en el Merry le sirviera para controlar el deseo de abalanzarse sobre él en el dormitorio que compartían pero allí ya no tenía sentido. Zoro estaba a miles de millas, completa y absolutamente fuera de su alcance, más que nunca en su vida y ya de manera permanente. ¿Qué demonios ganaba su mente reteniéndolo en su memoria? ¿Por qué lo seguía torturando haciéndole recordar su olor, su sonido, su tacto?. No era justo para él y sobre todo no era justo para Ace.

- Sanji-kun...- su nombre susurrado entre la agitada respiración lo sacó de aquellos pensamientos y él alzó la vista para encontrar los preocupados ojos de su comandante fijos en el-. ¿Te encuentras bien?...Si no quieres...

No lo dejo acabar la frase, subió hasta su boca atrapándola en un salvaje beso mientras que se sentaba sobre él, notando la dureza de su miembro por debajo de los pantalones, sus brazos rodearon el cuello del moreno abrazándose desesperadamente a el.

- Te deseo...- le jadeo al oído de manera ronca cuando el comandante respondió al abrazo de manera protectora-...Ahora...ya...- su lengua se paseo por el sensible oído mientras notaba el cuerpo bajo él tensarse tras cada palabra-...Haz que todo en esta habitación desaparezca...hasta que solo quedemos tu y yo.

Ace sabía que había algo mal en aquella petición, algo oculto contra lo que el rubio luchaba, que lo había hecho detenerse. Se moría por saber que era, quería saberlo todo de él, desnudar no solo su cuerpo sino también su corazón y su alma, pero la orden había sido clara y él realmente quería que en aquella habitación solo quedaran ellos dos. Le demostraría que podía confiar en él, que él le daría cuanto pidiera.

El comandante rodó colocándose sobre el rubio y lo besó largamente, recorriendo su boca con devoción de manera profunda y lenta, mientras sus manos repartían dulces caricias por la piel expuesta del cocinero, colándose bajo la arrugada camisa, dibujando las delgadas formas del hombre al que amaba y que por fin tenía entre sus brazos.

Sus labios se deslizaron por la barbilla sintiendo un cosquilleo al rozar la incipiente perilla del rubio y siguió bajando por el cuello hasta los hombros donde se entretuvo largamente haciendo incapie en los puntos más sensibles hasta lograr sacar algún gemido entre los callados jadeos de su amante antes de seguir descendiendo por la pálida piel hasta los rosados pezones.

Las manos del cocinero se hundieron en su melena negra cuando Ace se repartió el trabajo entre su lengua y su mano, jugueteando con el pequeño boton entre dos de sus dedos mientras lamía y succionaba su compañero con delicadeza. La pierna del cocinero se libró de su zapato apretando contra la cama y comenzó a subir su pie en una caricia por la pantorrilla descubierta del comandante a la vez que movía sus caderas para obtener un poco más de presión sobre su miembro. Algo le había dicho que Ace seria un amante atento, lo que para una chica era algo maravilloso, pero él no tenia aguante para aquella tortura, puede que si para darla pero nunca para recibirla.

El comandante captó la impaciencia de su compañero y volvió a los labios para besarlo profundamente mientras sus manos bajaron hasta la cintura del cocinero gesto que el rubio imitó quedando pronto ambos completamente desnudos.

El contraste de sus cuerpos los hizo estremecerse cuando ambas pieles entraron en contacto completamente por primera vez. La fría piel del cocinero se activó completamente bajo la del comandante, algo más cálida de lo normal y los finos dedos del rubio bajaron con descaro por toda la espalda hasta agarrar con firmeza el bien formado trasero del comandante para hacer más estrecho el contacto, mientras sus hambrientas bocas seguían devorándose como si quisieran alcanzar sus almas.

- ¿Cómo...- jadeó el moreno al oído del rubio-...cómo lo hacemos...?

Generalmente Ace no solía preguntar aquello, asumía que sus amantes eran los que recibían pero en aquella ocasión estaba dispuesto a lo que fuera con tal de complacer a su rubio.

- tu...dentro...mmmh- gimió el cocinero ante una nueva presión de sus caderas y tras un sediento nuevo beso, el comandante se deslizo hacia abajo, dibujando un rápido camino de besos que lo llevaron hasta la endurecida entrepierna de su compañero que separó un poco más las piernas para acomodarlo entre ellas.

El primer contacto de la ardiente lengua de moreno con su virilidad lo hizo arquearse y levantar inconscientemente las caderas en busca de un ritmo que el comandante no tardó en imprimir en cuanto hubo humedecido un par de dedos. La cálida boca cubrió completamente el cargado miembro mientras que su mano busco con cuidado la entrada e introdujo lentamente uno de sus dedos, que empezó a mover con la misma cadencia con la que subía y bajaba su boca por toda la longitud. Pronto la resistencia que encontraba fue salvada e introdujo un nuevo dedo notando la pequeña tensión que recorrió al cocinero, el cual había ahogado casi completamente el quejido incómodo ante la penetración.

Con suaves y estudiados movimientos el moreno espero paciente hasta estar seguro de que sería recibido con el menor dolor posible y retiró los dedos de la entrada del cocinero para sustituirlo por su excitado miembro el cual colocó con cuidado en el húmedo trasero mientras se estiraba sobre su amante con el fin de poder ver su expresión. Su mano atrapó la del rubio cuando empujó despacio en su interior, su mirada clavada en el único ojo visible de su compañero, cuyas mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos dejando escapar aquella música celestial formada por la respiración agitada y los ahogados gemidos, eran suficiente recompensa a sus esfuerzos.

Sanji sintió la deliciosa invasión sosteniendo la cálida mirada de Ace, pero no pudo evitar entrecerrar los ojos cuando esta alcanzó una profundidad ligeramente dolorosa. El moreno se inclinó sobre su cuello lamiéndolo sensualmente desviando su atención parcialmente hacia aquella caricia y apenas notó el pinchazo cuando acabó de entrar completamente. Sus piernas se entrelazaron a las caderas del comandante haciendo que su peso recayera completamente sobre su duro miembro y que este fuera estimulado por el roce de sus vientres cuando Ace comenzó a moverse con suaves batidas dentro del cocinero. Sanji nunca había tenido un amante que se tomara tantas molestias con él y en cierta manera se asusto ligeramente. Aunque no quisiera verlo, en su interior sabia que Ace no le estaba haciendo el amor por diversión.

Su espalda se arqueó cuando el ritmo empezó a aumentar, buscando mas fricción para su propio placer y sus brazos se entrelazaron al cuello del comandante captando contra su oído los roncos jadeos del moreno, que se movía incansable contra él, entrando y saliendo en movimientos cada vez mas rápidos y cortos.

- Sanji...ah- jadeó el moreno en su oído-...Sanji mh...no...no puedo...más...

El rubio tardó un poco en contestar. El también estaba a punto pero le costaba acabar, le faltaba algo.

- solo...- gimió el rubio-....solo un poco más...

Los movimientos de Ace eran frenéticos, el roce insoportablemente placentero, pero aun así el rubio no lograba acabar. Cerro los ojos con fuerza cuando sintió que en la siguiente entrada su amante empezaba a derramarse en su interior y muy a su pesar invocó la imagen del espadachín entrenando en cubierta. La fuerte espalda empapada en sudor, los brazos tensos al subir y bajar su propio peso.

-"Zoro..."- un relampagueó de placer recorrió todo su cuerpo cuando se fue sobre el vientre de ambos haciéndole tirar de su cabeza hacia atrás al arrancar un largo gemido de éxtasis de sus labios.







El espadachín se levanto de golpe y se llevó una mano a las ojos cuando fue consciente de que solo había sido un sueño.

- ¿Qué demonios haces aquí?- le dijo secamente a Nami sin mirarla siquiera cuando la sintió cerca.

- ¡Qué clase de saludo es ese!- le gritó la pelirroja levantándose del suelo y golpeándolo en la cabeza. La había asustado cuando se había levantado tan de repente.

- Auch, ¿Por qué me pegas? - se quejó el peliverde llevándose la mano al chichón que la chica le había hecho mientras se sentaba derecho en el asiento.

- Porque me da la gana- le respondió en su línea la navegante y luego decidió seguir con lo que había venido a comprobar. No por nada había elegido una de sus camisas más escotadas. Se inclinó apoyándose sobre sus rodillas para quedar a la altura del guerrero que seguía sentado, con su voz mas sensual añadió-. ¿Así agradeces que venga a avisarte de que es la hora de la cena?

- Podías haber mandado a cualquier otro- le respondió el peliverde sin siquiera asomarse ligeramente al balcón que tenia ante sus ojos.

- Es verdad...- continuó melosa, le molestó bastante que no le mirara los pechos-...pero me tienes preocupada...- la chica estiró una mano hasta el rostro del espadachín acariciándolo-...y quería saber si podía hacer algo por ti.

- Estoy bien - le contestó irritado el chico dándole un manotazo en la mano para que dejara de tocarlo, y fue a levantarse cuando la navegante le puso las manos en los hombros para obligarlo a sentarse de nuevo y sentándose sobre él pegó sus labios a los de Zoro.

- ¿Qué te pasa?- le dijo divertida ante la cara de espanto que puso el espadachín- ¿No te gustan las mujeres?

- ...- las mejillas del peliverde ardían de rabia por lo que el consideraba un descarado ataque a su intimidad y sacando toda su bilis dibujó una diabólica sonrisa antes de responder-...No creo que tenga suficiente para pagar tu honorarios.

El bofetón que Nami le tiró a la cara lo saco del banco y la pelirroja se marchó todo ofuscada de la habitación no sin antes gritarle.

-¡Eres un cabronazo!

El espadachín se frotó el rostro con una mano suspirando pesadamente. Podía haberle dicho perfectamente un "no, no me gustan", pero el estúpido teatro que la pelirroja había montado solo para sacarle una información que podía haber obtenido solo con preguntarle lo había irritado sobremanera. ¿Qué les pasaba a las mujeres de aquel barco? ¿No tenían nada mejor en que ocupar su tiempo que en joderle la vida?.

-Toda la culpa la tiene ese estúpido cocinero- se dijo levantándose y saliendo de la cocina-. Las tenia mimadas y ahora se aburren y necesitan otro mono de feria al que utilizar.




comentarios a la autora aki! Photobucket

martes, 3 de junio de 2008

friki hearts 10


I'm happy ^^

viernes, 30 de mayo de 2008

jueves, 29 de mayo de 2008

Detah note cap 7


Ueno pos aqui os dejo un capii!


www.Tu.tv



Espero que les aya gustado

martes, 27 de mayo de 2008

the friki hearts 9



nada mas que añadir =)

lunes, 26 de mayo de 2008

Jugando con fuego cap 6



Capitulo 6. Cuestion de Entrenamiento.

La tripulación de sombrero de paja se encontraba comiendo animadamente en una barata taberna de la pequeña pero bulliciosa isla en la que habían amarrado, cuando el silencio se hizo dueño de la estancia. A excepción del tragón del capitán, el cual no levanto la vista ni un segundo de la mesa, el resto observaron curiosos la figura que avanzaba hasta ellos y que había provocado las expresiones de miedo en la clientela.

Zoro se sentó despreocupadamente en la silla que quedaba libre y estiró la mano hacia la botella más cercana comenzando a beber sin saludar siquiera.

-¡ah, Zoro!- gritó el renito rompiendo el silencio solo para decir lo evidente- ¡estas cubierto de sangre!...

- Tranquilo, Chopper- lo cortó el espadachín antes de que empezara a gritar pidiendo un médico a pesar de ser él mismo uno-. No es mía.

- ¿Se puede saber con quien te has peleado ahora?- lo regañó la navegante con cara de fastidio-. No puedes ir metiéndote en problemas en cada isla que paremos. Aun necesitamos 2 días para que se cargue el Log Pose.

- Déjame en paz- se quejó el peliverde-. Yo no los busco. Son ellos los que se cruzan en mi camino.

-Oi...Zoro...- le dijo Usopp recordando la destacamento de marines del que tuvieron que huir en la última isla porque al espadachín se le había antojado medirse contra su capitán, André "Piernas de Hierro" -. Si tenemos que correr...¿podías avisarlo con tiempo esta vez...?

- Nadie echará de menos de esos bastardos- una sonrisa diabólica se dibujó en la cara del espadachín y tomando un par de cuchillos de la mesa los lanzó contra el tablón de anuncios de la taberna, dejándolos clavados entre los ojos de dos de los buscados de los carteles, ambos con recompensas parecidas a la suya-. Quien pone los precios a las cabezas debería ser decapitado- gruñó enfadado-. No me llegaban ni a la suela del zapato.

Todos menos Robin miraron sorprendidos al espadachín, el cual los ignoró y siguió bebiendo con los ojos cerrados.

- ¡Pero que demo..- Nami empezó a protestar pero la mano de la morena en su hombro y el gesto negativo que le dedico hizo que se tragara la maldición y dejara al espadachín en paz. Siguieron comiendo en silencio, dándose cuenta que rápidamente se quedaron solos en la sala, cuando la geste se dio prisa en alejarse del lugar. Zoro desprendía un aura extraña. Un aura a muerte que pocos podían soportar.

- ¿Que demonios le pasa? - preguntó al aire la navegante observando la espalda del peliverde en la distancia, mientras caminaban de vuelta al Merry-. Esta descontrolado.

- Esta frustrado- sentencio la morena que caminaba a su lado con tranquilidad-. Su entrenamiento no va tan bien como esperaba.

-Pero si ahora casi ni para- dijo la pelirroja sin comprender-. Entrena más que antes.

- Tienes razón- sonrió la arqueóloga y la miró de lado-. Pero carece de un elemento cuya importancia no había valorado hasta ahora.

-¿A que te refieres?- a Nami le desesperaba cuando Robin se hacia la interesante.

-Piénsalo. ¿Que hace trabajar mas los músculos: Un peso muerto que levantas al ritmo que te parece o contener una patada capaz de partir en dos un edificio?

- ¿Quieres decir que las peleas con Sanji-kun mejoraban su ya de por si inhumano entrenamiento?

- Es lo que pienso. Ten en cuenta que peleaban entre tres y cuatro veces al día todos los días, por una u otra razón. Aunque Espadachín san pensara que solo lo distraía en realidad esas peleas eran el mejor entrenamiento que podía tener.

- Si todo lo que necesita es un sparring de su nivel- dijo molesta la pelirroja- podía usar a Luffy.

- Jajaja, ya sabes lo orgulloso que es- rió la morena-. Nunca pediría ayuda para algo así. Cocinero san y el lo hacían de manera espontánea y por eso no ha sido consciente hasta ahora de la importancia de esas peleas.

-Ains...- suspiro la navegante llevándose una mano a la cara- ...¿quien iba a decirnos que necesitaríamos a Sanji-kun para mantener tranquilo a Zoro?

- Irónico ¿verdad?- rió alegremente la morena.

- De todas formas no podemos dejar que siga así. No nos podemos permitir ir llamando la atención en todas las islas que pisemos.

- Y ¿que sugieres?- preguntó desconcertada la morena ante la extraña mirada que apareció en su rostro-. Espadachín san no aceptara consejos de nosotras...

- Bueno....hay otras maneras de relajar a un hombre...- dijo con voz sensual mirando a la morena-. Y Zoro es un joven bastante atractivo, ¿no te parece Robin?

- Ni te molestes, Navegante san- dijo con tranquilidad la morena y luego añadió divertida-. Me sobran dos razones para atraer la atención de Espadachín san- la pelirroja la miró interrogante y la arqueóloga simplemente le dedico una sonrisa calida-. Déjalo en paz. El tiempo ya pondrá cada cosa en su sitio.

La arqueóloga subió al barco dejando a una muy desconcertada Nami intentando descifrar aquellas palabras.



Ace y Sanji miraban con gesto molesto la intensa lluvia que caía sobre cubierta como dos niños a los que una tormenta impide salir a jugar al parque. Después de la "conversación" que tuvieron en la cocina hacia unos días habían quedado en entrenar un poco en el tiempo libre que el cocinero tenia entre el almuerzo y la cena pero parecía que el tiempo había decidido ponerse en su contra.

Sanji suspiró con resignación sacando un cigarrillo y llevándoselo a los labios. Ni siquiera intento buscar las cerillas porque casi al instante, el comandante lo prendió en un gesto que se había convertido en natural entre ellos. Intercambiaron una mirada silenciosa que ambos comprendieron perfectamente y pusieron rumbo a los dormitorios, hoy no habría juegos porque no podían pelear contra el tiempo. A Sanji le resultaba en cierta manera cómico el hecho de quedar con Ace para entrenar, ya que nunca se había planteado una rutina de ejercicios. Explosivo por naturaleza, Sanji había adquirido su fuerza defendiéndose de las patadas de Zeff cuando cometía algún error y luego sus continuas disputas con el resto de los cocineros, los ataques piratas y los clientes molestos por coquetear con sus citas habían terminado de pulirlo. Y ahora allí estaba, esperando ansioso por un poco de acción predeterminada.

Caminaban por el estrecho pasillo cuando una de las monstruosas olas provocadas por la cada vez mas agresiva tormenta hizo zozobrar el barco y lanzó a un muchacho contra el otro, haciendo que Sanji se viera atrapado entre el cuerpo de su comandante y la pared. Su excelente equilibrio impidió que ambos se fueran al suelo, pero al sostenerlo no pudo evitar que se le escapara un pequeño gesto de dolor que no pasó inadvertido al comandante.

-¿te encuentras bien?- preguntó algo preocupado el moreno, el cual había apoyado las manos en la pared a ambos lados de Sanji para aliviarlo de su peso pero no había retrocedido ni un cm, incapaz de renunciar a la cercanía que había conseguido.

- Si, tranquilo- dijo el rubio con una nerviosa sonrisa, al darse cuenta que aun sostenía a su comandante por la cintura, cosa que arregló rápidamente retirando sus manos, llevando una al hombro, foco del dolor, y masajeándolo ligeramente-. Tan solo fue un mal movimiento en la pelea de ayer.

Ace observó como la mirada del rubio se dirigía a la entrada del pasillo y se retiró completamente. Había empezado a entender a Sanji a la perfección, se había dado cuenta que el cocinero inconscientemente guardaba las distancias en los lugares públicos pero era mucho mas cercano y natural cuando se encontraban a solas, lo que había llegado a interpretar como una velada negación hacia una inclinación que algunos imbéciles consideraban "anormal", así que decidió una jugada arriesgada.

- Acompáñame- le dijo abriendo camino hasta su habitación- tengo algo que te aliviara el dolor.

Sanji lo miró dispuesto a protestar que no era necesario pero el hecho de que Ace hablara con aquella autoridad y que echara a andar sin esperarlo hizo que lo siguiera sin rechistar y casi sin pensar. Los hermanos D tenían esa extraña cualidad, por mucho que uno protestara siempre acababa siguiéndolos.

Cuando el rubio alcanzo el dormitorio del comandante, éste ya estaba rebuscando en un pequeño armario, así que simplemente entró sin darse cuenta que cerraba la puerta a sus espaldas y paseó la vista por la estancia, bastante mas amplia que la suya pero exactamente igual de ordenada.

-"Es un buen chico"- el pensamiento acudió a su mente de manera imprevista y se molesto al no comprender que significaba. Era consciente de que le agradaba mucho estar con Ace y aunque le costara admitirlo, sabia perfectamente que se sentía atraído por él. No sabia cuando sus gustos habían cambiado tan radicalmente. Sus ojos se pasearon por la figura del comandante admirando la fuerte y joven espalda. Ni Zoro ni él se parecían en absoluto a los hombres con los que casualmente se acostaba y si bien, cuando acabó aceptando sus sentimientos hacia el espadachín tuvo la sensación de dar por fin un paso hacia delante, el que ahora depositara su atención en un hombre de similares características a las del peliverde le hizo temblar asustado.

-" Es porque no vamos a parar en ninguna isla en mucho tiempo. No hay donde elegir y yo soy un maldito adicto al sexo"- se regaño a si mismo-." Pero no va a pasar nada. Es el hermano de Luffy y mi superior, por favor"- sus ojos siguieron descendiendo por el cuerpo del moreno distraídamente-."Y no se parece en nada a Zoro. Puede que tengan parecida constitución y edad pero Ace es agradable, amable, educado, servicial....cht, no se parece en nada a ese animal....¿Por qué demonios los estoy comparando?".

El cocinero desvió la vista al suelo cuando notó que la espalda de Ace comenzaba a girar, no quería incomodarlo si lo sorprendía mirándole el trasero, y suspiró pesadamente. Todo era mucho mas fácil cuando solo le atraían los hombres mucho mayores que él.

- Por fin lo encontré- dijo Ace acercándose a él con un pequeño frasco en sus manos-. Hace tanto que nadie llega a tocarme que había acabado en el fondo del armario, jajaja- rió con voz suave y Sanji dibujo una sonrisa cómplice. Aquello había sido muy arrogante pero en Ace había sonado casualmente natural-. Es un buen remedio contra los golpes y contracturas musculares.

-Gracias...- le respondió el rubio tendiéndole la mano para aceptar el frasco pero un extraño brillo en los ojos del moreno lo hizo estremecerse ante la inesperada comprensión.

- Será...mejor que te lo ponga yo- comentó el joven comandante acercando el frasco hacia sí mismo-. Hace más efecto si se aplica con calor y...yo puedo extenderla mejor que si lo haces tu mismo...- Ace imitó el movimiento que el cocinero debería realizar, demostrando lo improductivo de la posición, pero a Sanji no le hacia faltan mas excusas.

-"Situación comprometida"- gritó su mente-"declina la oferta cortésmente y sal de la habitación A-HO-RA".

Sin embargo su cuerpo no respondió a la orden de su mente. Sus ojos se habían quedado enganchados a los del moreno, a aquel profundo deseo que había observado al fondo de aquellos penetrantes orbes negros, a la callada suplica para que aceptara y no saliera huyendo asustado.

Casi ni se dio cuenta de que había empezado a desabrocharse la chaqueta hasta que Ace había roto el contacto visual al descender la mirada hacia sus manos. La velada sorpresa que su rostro reflejó le aseguró que no esperaba aquella respuesta.

- Tienes razón...- dijo lo más natural que pudo dejando la chaqueta sobre una silla y aflojando el nudo de la corbata.-. Eres...muy amable.

- Es lo menos que puedo hacer- una cálida sonrisa se reflejó en la cara del moreno que se dirigió a la cama y se subió de rodillas en ella-. Después de todo, te lo hiciste por mi culpa. A veces olvido medir bien la fuerza de mis golpes.

Sanji se sentó de espaldas al moreno mientras acababa de desabrocharse la camisa y la deslizó por los hombros, dejándola descansar a la altura de los codos. Suficiente para un "inocente" masaje.

- ¿Quieres decir que te contienes contra mi?- dijo divertido el rubio aunque algo molesto. Sabia de sobra que estaba a años luz del moreno pero aun así su orgullo le impedía admitirlo abiertamente.

- ¿Tu no?- la sincera pregunta del comandante sacó una amplia sonrisa al cocinero. Que lindo, realmente lo decía en serio.

- Yo siempre voy con todo...- las manos de Ace se posaron en su piel y Sanji cerro los ojos inconscientemente. La derecha reposaba descuidadamente en el hombro del mismo lado mientras que la izquierda, ligeramente más cálida gracias a la Akuma no mi* del moreno masajeaba suavemente su dolorido trapecio** esparciendo el ungüento de agradable aroma. La entrenada nariz del cocinero desentrañó los componentes con facilidad, reconociendo alguna de las plantas que lo componían por las veces que Chopper había trabajado sobre sus medicinas en la cocina-. ...cuando se que mi contrincante puede soportarlo.

- Me tomaré eso como un cumplido- rió divertido el moreno con la vista fija en la pálida piel del cocinero, sintiendo su suavidad y su firmeza bajo sus palmas. Había visto la alarma escrita en el precioso ojo negro del rubio cuando se había ofrecido a hacerle el masaje. Había jurado que saldría corriendo ante tan descarado movimiento, que casi podría leer en su frente "estoy desesperado por tocarte" pero de nuevo lo había desconcertado con sus acciones. Cuando había empezado a desvestirse, el que había deseado salir huyendo fue él. Aquel hombre era pura sensualidad en movimiento y Ace había tenido que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para andar hasta la cama en lugar de correr a apoderase de aquellos finos labios de una maldita vez. Si tan siquiera le diera una pista sobre sus pensamientos, podría reunir el valor para dar ese último paso y decirle claramente lo que sentía por él.

Su mano recorrió la piel desde el hombro hasta la nuca con suaves presiones, sin darse cuenta de las delicadas caricias que su derecha dibujaban sobre el otro hombro, ajenas a toda atención.

Sin embargo, Sanji si que era consciente de aquel roce, culpable de los deliciosos calambres que recorrían su espalda al estimular sus sensibles nervios de manera aun mas excitante que el masaje de su gemela, la cual había hecho casi desaparecer el dolor al relajar completamente sus músculos. Sus propias palmas aferraban con fuerza la tela de sus pantalones en un vano esfuerzo por mantener una calma que no poseía, hasta que comprendió que había traspasado sus propios limites. Era imposible que alguien como él mantuviera la serenidad bajo un roce como aquel. Era imposible que Ace lo tocara así de manera amistosa y desinteresada. Solo había dos salidas a aquella situación. Entregarse o huir.


Notas finales del capítulo:
*Akuma no mi = Fruta del diablo.
* trapecio: músculo que une cuello y hombro.




Autora del Fanfic: Kaori

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domingo, 25 de mayo de 2008

miércoles, 21 de mayo de 2008

anime de la semana: Sukisyo

Este anime contiene unas leves escenas con una temática más bien yaoi. Consta de 12 episodios, la animación es normal y no varía en todo el anime, Sukisyo cuenta con un OVA para dar cierre a la historia. Chicos guapos, situaciones enrevesadas y divertidas, momentos para reír y para llorar(dioooss como llore al verloo....tambn me parti la caja XD), una comedia romántica aderezada con una trama de suspenso o quizás al revés... Esta serie tiene algunos contenidos que no son aptos para todos los públicos (sobre todo para personas que no gustan de este género) pero se le recomienda a todos aquellos fans de una buena historia de boys love.



CONTIENE DETALLES DE LA TRAMA Y EL ARGUMENTO:

Una noche, Sora Hashiba nuestro protagonista se despierta sobresaltado a causa de un chico muy atractivo encima de él! Y lo peor de todo es que, aunque no lo conoce ó eso creé,el chico en cuestión insiste en que le deje ver a un tal Yoru!,tras el susto, Sora intenta entablar una conversación con el misterioso compañero de habitación que se acaba de incorporar y que dice llamarse Ran, pero sin mucho éxito por que al parecer Ran esta dispuesto a hacer todo para que le deje ver a su querido Yoru, tales cosas que Sora termina yendose a las duchas. A la mañana siguiente, Honjou Matsuri irrupe en la habitación muy contento al ver con satisfacción como sus dos mejores amigos de la infancia se han reencontrado después de tanto tiempo pero Sora no entiende nada puesto que Matsuri se empeña en llamar a su nuevo compañero de cuarto Nao-kun, lo que no le cuadra en absoluto. ¿Acaso no se presentó esa misma noche como Ran?

La historia desde este punto comenzara a tornarse algo complicada debido a que Sora a perdido muchos de sus recuerdos tras caer misteriosamente por una de las ventanas del instituto, ya que aunque aparentemente el a retomado su vida normal comienzan a aparecerce los fantasmas del pasado y Fujimori Sunao trata de convencerlo de que después de haber vivido cierta situación que no desea recordar los dos adoptaron una doble personalidad Yoru por parte de Sora y Ran por parte de Sunao. Después de esto muchos interrogantes salen a la luz y la inesperada sensación de bienestar que experimenta Sora junto a Sunao, tratara de descubrir su misterioso pasado...

martes, 20 de mayo de 2008

friki hearts cap. 8

con prisa qe empieza housee!!

lunes, 19 de mayo de 2008

Jugando con fuego cap 5





Las semanas pasaban con más rapidez de lo que Sanji esperaba a pesar de disponer ahora de mas tiempo libre que en el Going Merry, tiempo que sin apenas darse cuenta ocupaba casi íntegramente con Ace. El comandante se había convertido en un inesperado apoyo que le había ayudado a superar los primeros días de bajón que apenas lo habían dejado dormir. La educación y la naturalidad del moreno hacían que el joven cocinero se relajara y pasaran hablando animadamente horas enteras. Conversaciones que siempre iban disimuladamente dirigidas hacia el pasado del rubio, hacia sus sueños y hacia sus esperanzas, pero sobre todo, pasaron horas y horas hablando del All Blue. Ace no podía resistirse a sacar siempre ese tema pues la expresión de felicidad que adornaba el rostro del rubio era tan conmovedora que podía pasarse la vida solo oyéndolo divagar sobre ese tema. Sin apenas percatarse, Sanji le había dado a Ace todas las excusas que necesitaba para justificar la atención que le prestaba y para salvar los momentos en los que el cocinero dudaba de que su comandante hiciera bien pasando las horas con él. Después de todo y quitando a Hide, el navegante, el resto de la tripulación como mínimo les sacaban a ambos de 15 a 20 años. Era normal que se llevaran bien, además, Sanji se había dado cuenta de lo fácil que era conversar con Ace, daba igual el tema que sacase, el moreno siempre lo escuchaba con atención, jamás mostraba aburrimiento sino todo lo contrario, parecía tan interesado en cualquier cosa que el rubio contaba que una vez se sorprendió discutiendo amistosamente con él por el mejor relleno para un pastel. Porque Ace no fingía oírlo, lo escuchaba de veras y eso había empezado a hacer que ya no fuera solo el joven comandante el que fuera siempre a buscar al rubio. Sanji había empezado también a buscarlo a él cuando tenia un hueco libre. Los planes del moreno comenzaban a funcionar, y su estrategia de estar siempre presente cuando el cocinero necesitara algo le habían otorgado una proximidad que jamás hubiera conseguido de no tenerlo en su propio terreno. Ace se había ganado la amistad del rubio y había llegado el momento de comenzar a cambiar de táctica. Era el momento de ir un poco mas allá.
Cuando el joven comandante entró en la cocina, Sanji se encontraba ajustando el último de los fuegos que quedaban antes de sentarse a esperar que la comida alcanzase el punto de cocción adecuado y Ace sabía que así seria. Habían hablado innumerables veces sobre los platos que el cocinero podía preparar con lo que había en la bodega, el moreno había memorizado cada receta para saber exactamente cuando podía acudir a verlo sin ser una molestia y un día más acertaba de pleno. Apenas el rubio lo vio entrar por la puerta, su expresión cambio del habitual gesto concentrado con el que cocinaba a una afable sonrisa.
- ¿Llego en mal momento?- preguntó inocentemente el moreno al cruzar la puerta.
- Realmente no- contestó el cocinero alejándose de los fuegos para tomar asiento en la mesa central-. Apenas me disponía a esperar durante una larga hora a que el almuerzo estuviese listo para servirlo.
- Entonces he llegado justo a tiempo para rescatarte del aburrimiento- bromeó el moreno que tras sentarse en la mesa junto al rubio estiro una mano hacia el frutero para alcanzar una manzana.
- Yo que tu no haría eso- dijo con tranquilidad el cocinero sacando un cigarrillo que dejó descansando sobre sus labios-. Aun queda un buen rato para la comida.
- Lo se- respondió despreocupadamente el comandante tomando la manzana en su mano igualmente-, pero tengo hambre y solo es una manzana.
- Si te doy una manzana a ti tendré que dársela a todo el que entre- le explicó el rubio colocando la mano sobre la fruta antes de que Ace pudiera darle un mordisco, frenando el movimiento ascendente que había comenzado-. Eso hace 100 manzanas que si se repite cada día nos dejaría sin existencias en menos de una semana.
- Lo comprendo- dijo el moreno posando su otra mano sobre la de Sanji y retirándola delicadamente de la manzana-, pero yo soy el comandante de este barco así que puedes hacer una excepción.
- Por mi como si eres el mismísimo rey de los piratas. En mi cocina, todo el mundo come lo mismo y a la misma hora- el rubio acercó su izquierda a la manzana al tener la derecha aun sujeta por el moreno pero este alejó la fruta de su alcance.
- No creo que dijeras lo mismo si fuera una chica- dijo el moreno inclinándose hacia delante con una sonrisa pícara en los labios.
- Por supuesto que no- respondió con media sonrisa el rubio sin moverse ni un cm. para retirarse, permitiendo que Ace lo encarara como lo hacia Zoro e hizo que miraba a ambos lados del moreno-, pero como aquí no veo ninguna te tendrás que esperar como el resto.
- Uhm, eres un tacaño- lo soltó el moreno torciendo el gesto. Al menos podía haberle mentido, pero al parecer la franqueza era una de las cualidades del rubio. Ace optó por poner cara de perrito abandonado pero nada podía derretir el frío corazón del cocinero cuando se trataba de su cocina.
- Puedes ahorrarte las caritas- dijo Sanji levantando la mano para que Ace le devolviera la pieza-. Luffy ya me las enseñó todas.
- Entonces no me queda más que...- el moreno acerco la mano como para soltar la fruta pero en lugar de acabar el gesto se levantó pasándose una fruta de una mano a otra-... tomarla por la fuerza.
-¿Vas a obligarme a echarte a patadas de mi cocina como a tu hermano?.
- ¿Crees que podrías?- respondió el moreno entrecerrando los ojos y dibujando una sonrisa lobuna.
El rubio se levanto despacio sin sacarle la vista de encima. Debería estar molesto con la actitud de Ace, aquellas cosas eran las que lo desquiciaban cuando las hacia Luffy pero en aquel momento le pareció...divertido. Hacia bastante que nadie lo picaba y aquel juego le era muy familiar.
- Te advierto que como derrames algo, hoy no habrá comida.
- No te crezcas- respondió el moreno contento de que el rubio entrara en el juego con tanta facilidad-. No tendré que esforzarme demasiado para conservar mi premio.
- Ja- rió el rubio antes de lanzarle una patada a media altura que el moreno esquivó con facilidad mostrándole una sonrisa de suficiencia. Sin embargo no esperaba que aquella maniobra solo fuera un señuelo para que dejara la mano desprotegida y en el mismo movimiento, combinó un giro con la pierna de apoyo que obligó al comandante a soltar la manzana. Una pequeña vuelta hacia atrás lo dejó justo en la caída de la pieza la cual mostró divertido limpiándola contra el pecho de la camisa, mientras devolvía una sonrisa idéntica a la que había mostrado el moreno instantes antes.
- Al contrario que Zoro, yo no me obsesiono con derrotar a mi enemigo, me conformo con proteger mi objetivo- dijo tranquilamente el rubio dándole la espalda a Ace para devolver la fruta a su espacio.
La mención del espadachín no sorprendió al moreno. Se había dado cuenta de que Sanji tenia dos maneras de hablar sobre él durante sus conversaciones. Cuando estaba con las defensas subidas siempre era "el estúpido marimo" pero cuando las bajaba lo llamaba Zoro y de una manera un tanto peculiar. Ace había desarrollado una teoría pero antes de comprobarla le apetecía jugar un poco más.
Recortó las distancias hasta el rubio el cual lanzó una patada hacia atrás para cortar su avance en cuanto lo sintió pero Ace la esquivó agachándose y realizó un barrido sobre la pierna de apoyo de Sanji que le hizo perder el equilibrio. Con rapidez se incorporó rápidamente pasándole un brazo por la espalda para asegurarse de que no se fuera al suelo y acercó la mano libre hacia la del rubio que sostenía la pieza pero este dejó descansar todo su peso sobre el brazo que lo sostenía y agarrándose al hombro de Ace lo usó de soporte para girar sobre si mismo y volver a poner la fruta fuera de su alcance. Sin embargo el moreno siguió el movimiento y acabó cercando al rubio contra el borde de la encimera, colocándose lo suficientemente cerca para que no pudiera lanzar otra patada y bloqueando cualquier intento de huida con sus brazos. Sanji apoyó las manos en la madera retirándose cuanto pudo pero aun así podía sentir el inhumano calor que el comandante desprendía.
- Yo gano- dijo quedamente separando del mueble la mano mas cercana a la pieza de fruta pero se encontró con el brazo atrapado cuando el cocinero clavo su codera a la madera con uno de sus cuchillos.
- No en mi cocina- sonrió intentando regular su respiración que estaba más agitada por la inesperada y abrumadora cercanía del moreno que por el esfuerzo realizado.
- Oh, vaya...me atrapaste- el moreno casi musitó aquellas palabras pero la proximidad las llevo claramente hasta Sanji junto con su calido aliento lo que lo estremeció ligeramente.
- A que ha...- la voz del cocinero salio insegura y maldiciéndose a si mismo se obligó a controlarse. Simplemente no podía excitarse cada vez que se peleara con alguien, eso no era normal-. ¿A que ha venido esto?
- ¿El qué?- preguntó y el rubio alzó la mano en la que sostenía la manzana. Ace puso cara inocente y sonrió-. Llevamos una travesía bastante tranquila, y según me contaste estas acostumbrado a algo mas de movimiento. Pensé que te apetecería desentumecer los músculos, como no participas en las peleas del resto de la tripulación...
- Te recuerdo que eche abajo a "tu" campeón de solo una patada- dijo con arrogancia liberando el codo de Ace del cuchillo y el moreno se retiro un único paso-. Luchar teniendo que contenerte no es divertido, cuando el estúpido marimo y yo nos peleábamos en el Merry siempre íbamos en serio.
- Realmente lo admiras ¿verdad?- dijo el moreno con una cálida sonrisa y Sanji lo miró sorprendido.
-¿A quién?
- A Roronoa- la expresión de estupor del cocinero anunciaba una replica llena de descalificativos hacia el espadachín así que Ace decidió saltarse la parte de negación del rubio continuando antes de que replicara-. Se que no lo admitirías ni aunque te fuera la vida en ello pero...tengo la sensación de que te importa bastante lo que él piense de ti, deseas que te reconozca como un igual. Creo que es parecido a lo que Luffy siente por mi.
- No somos como Luffy y tu...- dijo quedamente el rubio mirando al suelo. Lo que Ace le había dicho era cierto, pero ojalá fuera solo eso-. Zoro y yo tenemos un problema de estilos de vida. Yo no comprendo sus ansias por ser el mas fuerte a costa de todo y el no entiende que yo pierda mi tiempo persiguiendo chicas y "jugando a las cocinitas"- una sonrisa triste apareció en su rostro al recordarlo-. Nunca podré estar a su altura, porque al contrario que él, me niego a renunciar a vivir sólo para ser el más fuerte.
Sanji abrió los ojos sorprendido al sentir los fuertes brazos de Ace rodeándolo protectoramente y alzó la cabeza cuando lo sintió estrechándolo contra él.
- Tu no tienes nada que envidiarle- le dijo quedamente al oído-. Tus sueños son otros y también eres increíble.
Sanji tembló ligeramente. No entendía que hacia hablándole a Ace de Zoro. Tenia que parecer realmente patético cuando el moreno había sentido la necesidad de reconfortarlo de aquella manera. Sabia que tenia que retomar la compostura, sabia que tenia que separarse de aquellos brazos, pero algo en su interior estaba cansado de luchar, cansado de tener siempre que estar alerta, haciéndose el fuerte. Se asustó ligeramente. Si Zoro le hacia sentirse poderoso, Ace lo hacia sentir extrañamente vulnerable.
Sanji percibió unos pasos acercándose a la cocina y su instinto de discreción le dio la fuerza para separarse de aquel calido cuerpo.
- Gracias, Ace- le dijo rápidamente sin mirarlo antes de dirigirse a revisar el contenido de sus cazuelas.
El moreno lo miró perplejo porque, de nuevo, cuando empezaba a sentirlo a su alcance volvía a poner distancias. Y entonces oyó la puerta abrirse y se giró para ver a Hide cruzarla y mirarlo severamente.
- ¿A que no has hecho lo que te pedí?- preguntó el navegante subiéndose las gafas por el puente con dos dedos y desviando la vista de su comandante a la espalda del cocinero y de nuevo a su comandante que lo miraba con una mal disimulada cara de fastidio.
- Iba a hacerlo ahora- suspiró pesadamente el moreno-. Aquí las órdenes las doy yo, además ¿a que tanta prisa?
- Prisa ninguna- dijo molesto su amigo-. Pero te has malacostumbrado a viajar solo y se te olvida que un comandante tiene que hacer lo que tiene que hacer cuando lo tiene que hacer o podemos acabar en el Calm Belt.
- Vale, vale...- Ace se dirigió casi arrastrando los pies hasta la puerta-. Nos vemos después, Sanji-kun.
El cocinero alzo una mano como única respuesta y Ace empujó a su navegante fuera para que le quitara los ojos de encima al rubio.
- Si yo tuviera tiempo libre también lo pasaría aquí- bromeo Hide sacando una furiosa mirada a su comandante mientras recorrían los pasillos.
En el Going Merry, un bufido molesto cruzó la habitación de los chicos cuando Zoro dio la decimonovena vuelta en su sofá y acabó por rendirse. No había manera, no podía dormir. Se sentó enfadado y se rascó la cabeza con fuerza como si con eso lograra sacarse de encima aquella molesta sensación de pesadez que llevaba semanas arrastrando. Miro el reloj colgado en la pared y escupió una maldición.
Realmente no lo entendía. ¿Por qué de repente el tiempo pasaba tan lentamente?.Apenas había variado su rutina: se levantaba, entrenaba hasta la extenuación, bebía y dormía. ¡Si encima ahora tenia más trabajo que antes cuando le tocaba cubrir el turno del rubio, eso tenia que cubrir el tiempo que antes dedicaba a pelearse con él por cualquier tontería!.
El peliverde dejó su cabeza descansar sobre sus manos cerrando los ojos. Seguía pensando en él, ¿por qué? había pasado tiempo suficiente para que sus ideas se aclararan y a pesar de todos sus esfuerzos durante el día, seguía pasándose las noches en vela por su culpa.-"Quizás hubiera sido mejor no saber el pacto entre Ace y Luffy, así tal vez me habría resignado y no estaría contando los días para su vuelta"- pensó con fastidio pero otro pensamiento un tanto mas incómodo se abrió paso en su mente-." O tal vez no le hubiera permitido que se lo llevara".
Zoro movió la cabeza negativamente con fuerza. ¿que demonios queria decir eso? ¿que hubiera peleado por él?
La idea le sacó una sonrisa triste. Como si Sanji necesitara que lo defendieran. Antes preferiría morir que dejar que él lo salvara y esa era una de las cosas que le gustaban del rubio. Amaba su fuerza, amaba aquella agresividad que desprendía cuando se alteraba, ese estilo inconfundible con el que peleaba. Si tan solo no fuera tan sumamente estúpido cuando una chica entraba en su campo de visión...
- ¡Joder, ya basta!- casi gritó y abrió los ojos sobresaltándose al ver la cara de Luffy frente a él- ¡gyaa! ¡Luffy! ¡¿Se puede saber qué haces?!
- ¿No puedes dormir, Zoro?- dijo inocentemente el moreno sin moverse de donde estaba, las manos apoyadas en las rodillas flexionadas-. ¿Tu también tienes hambre?
Una gota de sudor cayó de la frente del espadachín. Parecía que al menos no había estado pensando en voz alta. Un gruñido proveniente del estómago del capitán hizo a ambos dirigir la mirada hacia el cuerpo del moreno.
- La verdad es que Chopper hoy se ha lucido con la cena- dijo sarcástico el espadachín recordando las raquíticas verduras que había cocinado para todos.
- Vayamos a asaltar la nevera- dijo alegremente el moreno cogiendo de la mano al peliverde y tirando de él todo el camino hasta la cocina.
- Oi, Luffy. Si Nami nos pilla nos la vamos a cargar- lo avisó intentando mantener el equilibrio y que el chico de goma no acabara estrellándolo contra alguna pared como tenia por costumbre.
- ¿Que pasa, Zoro?- dijo el moreno con su voz característica para picar- ¿te da miedo Nami?
-¡¿Qué?!- la voz furiosa del espadachín saco una gran sonrisa del moreno que de una amigable palmada lo empujó hasta la nevera.
- Así me gusta -comentó feliz sentándose en su banco de la mesa- Hazme algo de comer. comer. comer...
- Vale, vale- suspiró resignado el peliverde- pero no armes tanto jaleo.
Zoro abrió el refrigerador tomó algunos ingredientes y unos minutos después dejó frente a Luffy un plato grande de bolas de arroz. Cogiendo una botella de sake para él, se sentó en su banca con un brazo tras la nuca y ambas piernas cruzadas.
-¡Itadakimasu*!- grito emocionado el muchacho metiéndose una bola entera en la boca.
Zoro lo observó comer animadamente. Sabia que lo que le había preparado no tenia nada de especial pero Luffy había demostrado sobradamente ser capaz de comerse cualquier cosa así que no se preocupo demasiado. Sin embargo, no podía dejar de pensar en su hermano mientras lo miraba, asaltado por las dudas que Robin había sembrado en su mente y en una de las veces que Luffy tragó se aventuró a preguntar con fingida despreocupación reflejada en hablar mientras se llevaba a los labios la botella de sake.
- Luffy...- el moreno levantó la vista del plato para mirar al peliverde y este cerró los ojos para no tener que enfrentar su mirada-...tu hermano... ¿es como tú? ¿consigue siempre lo que quiere?.
- Si- sentenció el moreno orgulloso- Ace no pierde nunca.
-...- Zoro se mordió el labio inferior, sintiéndose un poco ridículo por preguntarle aquello a su joven capitán-. Y...¿qué es lo que quiere?.
El moreno lo miró un instante, cruzó los brazos llevándose un dedo a la cara para rascarse la mejilla mientras pensaba en la ultima conversación que había tenido con su hermano. Ace le había dicho que no se lo dijera a nadie pero...estaba con Zoro y él era su nakama, seguro que no importaba si se lo decía a él.
- A Sanji- dijo tan inocentemente que el peliverde abrió los ojos para asegurarse de que no estaba bromeando.
-...A Sanji...- repitió mecánicamente y con una sonrisa nerviosa siguió interrogando-. Quieres decir...como cocinero ¿no? Quiere a Sanji como cocinero, porque su barco no tiene. Pero ahora ya tiene cocinero así que ahora querrá otra...
- No- cortó Luffy la nerviosa parrafada de su amigo-. Ace quiere a Sanji como Sanji quiere a Nami- Zoro lo miró pensando si realmente Luffy sabía lo que Sanji quería de Nami-. Quiere cuidar de él y protegerlo.
- Eso es ridículo- bufó el peliverde molesto.
- Si, ya se lo dije- siguió inocentemente el capitán- Sanji no es como él. A Sanji no le gusta besarse con otro hombre.
- Luffy ¿Sabes de lo que estás hablando?- a Zoro le costaba creer estar escuchando aquellas cosas de alguien tan sumamente despistado como su capitán, ya que a pesar de que solo era 2 años menor que él, actuaba como si tuviera 5 años. No creía que comprendiera lo que sus palabras significaban.
- Claro. Ace me explicó- dijo orgullo mostrando una carita feliz- Cuando quieres a alguien te mueres por besarlo. Así le dices que quieres cuidar de él y protegerlo para siempre. Cuando yo sea el rey de los piratas besare a Shanks y lo cuidaré y lo protegeré para siempre.
- Luffy...
- Gracias por la comida, Zoro- dijo el moreno levantándose y alejándose hacia la puerta pero se paró en el marco y miro a su amigo. Sabia que aquello no hacia falta pero aun así lo hizo. Alzó un dedo a sus labios y le guiñó un ojo al espadachín-. Lo que hemos hablado aquí es un se-cre-to.
Zoro asintió aún estupefacto ante lo que había pasado y lo vio perderse por la puerta. Con esfuerzo, se levantó y recogió todo pero al ir a lavar los platos el recuerdo de las veces que había ayudado al cocinero en aquella tarea le pareció tan vivido como si lo tuviera junto a él. Había rozado la mano del cocinero miles de veces cuando le pasaba los platos y él nunca se había quejado, seguía pasando un plato tras otro diciendo su nombre cada vez, como si le gustara oírlo. El último día, cuando estaba listo para irse, a pesar de la rabia de sus manos Sanji se había alzado hacia él ¿Podía...podía haber estado tan ciego?.




Autora del Fanfic: Kaori


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sábado, 17 de mayo de 2008

Anime De la Semana

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Este es el Wall, i sera el ultimo. (guardad la imagen y lo tendreis entero, que aqui solo se ve un trozo ^^.

->Sinopsis:

Esta historia trata de un chico llamado Shindou Shuichi, quien sueña con convertirse en una estrella del pop japonés junto a su mejor amigo Hiroshi - Hiro - Nakano con el que forma una banda con el nombre de "Bad Luck", más tarde se une a la misma un nuevo integrante: Suguru Fujisaki.

Shuichi tiene que escribir una nueva canción para la banda, pero está teniendo problemas con ello. Una noche, mientras caminaba por el parque releyendo la letra que finalmente había escrito, el viento se la arrebata de las manos. Shuichi corre tras el papel pero alguien se le adelanta y lo toma. El desconocido lee la letra con mirada crítica y tras decirle a Shuichi que la letra de su canción es pésima, que tiene cero talento y que lo mejor es que se de por vencido; se aleja de ahí.

Shuichi queda destrozado, después de todo fue un completo extraño quien se atrevió a criticar su arte. Pasados unos días, le comenta a Hiro a cerca del tipo de aquella noche y que él fue quien dijo que se diera por vencido. El guitarrista no entiende el por qué de la depresión de su amigo, es decir, porqué le da tanta importancia a algo que dijo un desconocido; pero Shuichi replica que está muy molesto y que lo va a buscar y obligarlo a que se disculpe por lo que dijo.

Shuichi no descansa hasta dar con él e intentar hacer que se retracte de sus palabras, en esta parte de la historia, Shuichi se entera que el nombre del chico es Yuki Eiri y que es un escritor de novelas románticas. Sin embargo, y a pesar de todo lo que en un principio decía de dicho novelista, termina enamorándose de él, quien lo rechaza, pues al tener un pasado tormentoso quiere alejarlo constantemente de su lado, tal y como lo ha hecho con las personas que lo han querido.

Es así como comienza una serie de eventos cómicos e interesantes dentro de la historia, así como la aparición de una rival para Shuichi - Ayaka Usami, la prometida de Yuki -, y más amigos con los cuales contar - Ryuichi Sakuma, el ídolo y modelo a seguir del vocalista de "Bad Luck". Son muchas las cosas que Shuichi tendrá que superar para ganarse el corazón de Yuki y lograr su sueño como cantante.

(sacado de Wikipèdia)

-> A parte que tengo un poco de prisa os informo que serà el último anime de la semana hecho por mi, ya que a consecuencia de no tener tiempo me voy de este blog.

jueves, 15 de mayo de 2008

Death note cap 5


Buenooo aqui teneis el quinto capitulo de death noteee!


www.Tu.tv


espero que les aya gustadooo =P

Jugando con fuego cap 4



Capítulo 4. Lo mejor para los dos.

La fiesta en el Two White estaba en su máximo apogeo. Las desentonadas canciones piratas se oían por encima de la bulla de las amistosas peleas, los bailes regionales y las brabuconadas varias. Ace pasó por encima de uno de los perdedores de la competencia de resistencia al alcohol en dirección a las escalera del castillo de proa después de haber recorrido dos veces la amplia cubierta buscando a cierto rubio cocinero. El joven comandante no había querido separarse ni un instante de su recién adquirido nakama pero era complicado rechazar todos los juegos que sus otros tripulantes le proponían sin levantar sospechas sobre sus intenciones así que finalmente había dejado que los distanciaran durante un rato.

Con paso firme alcanzó el final de la escalera y su vista se paseó por la zona encontrando la delgada y elegante figura del rubio dándole la espalda, apoyado los brazos en la barandilla mientras observaba el mar. El moreno se quedó un instante parado simplemente observando aquellas largas piernas, el perfecto trasero, la delgada cintura y la estrecha espalda. Una aureola blanquecina se deshacía alrededor de su cabeza, evidencia inconfundible de que se encontraba fumando para variar.

Era la primera vez que podía estudiarlo con tranquilidad desde que se habían reencontrado y se sorprendió pensando que con las estrellas y el mar de fondo y ese aire de adorable melancolía que tenia en aquel momento Sanji parecía bastante...frágil. El elegante traje se ajustaba tan perfectamente a aquel cuerpo en comparación con las holgadas ropas típicas de Arabasta con las que lo había conocido, que dejaba poco a la imaginación y Ace comprendió que con esa apariencia si no lo hubiese visto pelear con anterioridad, él también hubiera subestimado el poder de aquellas piernas. Su corazón palpitó con esa idea, sentía unos inmensos deseos de proteger a aquel hombre, de cuidar de él, no se explicaba por qué pero era lo que sentía al verlo. Sabia que estaba enamorado de él, lo supo nada más separarse del grupo de su hermano cerca de Yuba una vez venció al falso caza recompensas. Lo supo cuando volvió a echarse al mar y de repente su venganza contra Barbanegra ya no era tan importante como saber que le ocurriría al cocinero si la princesa Vivi no era capaz de detener la guerra.

Ace sonrió al recordarlo. Había buscado a Luffy para quitarse la espinita de preocupación por él y se fue llevándose una angustia aun mayor. Aquel viaje había sido sin duda un mal negocio.
Aunque ahora ya daba lo mismo, Sanji estaba en "su" barco, era "su" cocinero y ya no tendría que preocuparse de otra cosa que no fuera conquistarlo. Después de todo, una misión de escolta era un paseo para él.

Ace dio las gracias mentalmente a Barbablanca por aquellas "vacaciones" y subió el último peldaño que le faltaba acercándose con paso seguro al cocinero.

- ¿Te aburre la fiesta?- preguntó dejando una jarra al lado del rubio y sentándose en la barandilla junto a él, subiendo una pierna para apoyar el brazo mientras que con un dedo echaba un poco hacia atrás su sombrero para poder ver bien a su compañero.

Sanji se sobresaltó ligeramente ante la inesperada visita, sumido como estaba en sus pensamientos.

- ¿Ace?...no te oí llegar- le respondió el rubio girando el rostro para mirarlo y dibujando una sonrisa que trataba de parecer contenta pero que al moreno le pareció mas bien triste. Tomó la jarra en su mano y tiró la colilla al mar-. Gracias por la copa, solo me estaba tomando un descanso.

- ¿Echas de menos a Luffy y a los otros?- preguntó más quedamente el moreno cuando el cocinero desvió la vista al contenido de la jarra y sus ojos se volvían tristes, como si de repente recordara algo.

- No. La vida es así - dijo haciéndose el duro. Bebió un largo trago y luego volvió a apoyar los brazos en la barandilla perdiendo la vista en la inmensidad del océano-. Los compañeros vienen y van, si tuviera que echar de menos a cada persona de la que me separo estaría siempre deprimido- una nueva sonrisa volvió a aparecer en sus labios.

- Conmigo no tienes que fingir, Sanji kun- dijo tranquilamente el moreno bebiendo un sorbo de su propia jarra sin sacarle los ojos de encima cuando recuperó la mirada sorprendida de su acompañante-. Me gustaría que pensaras en mi como si fuera Luffy...

- Eso no te agradaría- dijo esta vez con una sonrisa sincera-. No siento ningún respeto por tu hermano.

- Ah, vamos, se que me has entendido- rió el moreno y vio feliz que la expresión del cocinero se relajaba. Era fascinante como cambiaba su rostro cuando dejaba a un lado su escudo de "se cuidarme solo". Ace volvió a subir la jarra a sus labios pero antes de beber no pudo resistirse a tantear -. Espero que esa tristeza que tienes no se deba a que te he separado de alguien "especial". No me perdonaría el haber cortado una relación...

Una risa seca, casi como una tos escapó de los labios del cocinero. No esperaba que la conversación girara en ese sentido y se negó a hablar del peliverde en aquellos términos, aunque supuso que él se refería a Nami o a Robin.

- Puedes respirar tranquilo, Ace- dijo con media sonrisa-. Para mi todas las mujeres son especiales. Yo siempre ando enamorado.

La mano del cocinero se introdujo en el bolsillo derecho del pantalón y saco un cigarrillo que se llevó a los labios. Ace lo encendió en un gesto silencioso y Sanji le sonrió en agradecimiento.

- ¿Así que es cierto lo que dice Luffy?- preguntó quedamente el moreno-. Te gusta correr detrás de todo lo que lleve una falda.

- Dudo que Luffy lo haya dicho con esas palabras...- rió el rubio-. Pero si, supongo que pierdo los papeles con bastante facilidad delante de una mujer hermosa. No es que me gusten más que a los demás, simplemente me han enseñado que son seres preciosos a los que hay que cuidar por encima de todas las cosas - se encogió de hombros despreocupadamente-. Solo ellas poseen el don mas hermoso de este mundo, son las únicas capaces de dar vida- el rubio dio una larga calada a su cigarrillo mientras miraba el mar-. Por eso jamás le levantaría la mano a una mujer aunque me costara la vida y por eso siento la necesidad de cumplir hasta el más pequeño de sus deseos - Sanji sonrió tristemente-. Y ahora es cuando Zoro me llamaría estúpido.

- A mi no me parece estúpido- le dijo el moreno volviendo a captar la vista del rubio-. Creo que es admirable que mantengas tus principios aun cuando pueden conducirte a la muerte...

- ¿Te seguirá pareciendo tan admirable cuando me interponga entre tu enemiga y tú?- preguntó con una sonrisa apoyándose de lado en la barandilla-. Por qué no es sólo el que yo no las golpee, es que me veo en la obligación defenderlas aunque sean mis enemigas.

- Es bueno que me avises- sonrió divertido el moreno-. Así sabré a quien tengo que noquear primero.

Ambos chicos rieron y luego un incómodo silencio se instaló entre los dos. El cocinero volvió a girar el rostro hacia el mar, incapaz de seguir sosteniendo la profunda mirada del moreno.
Conocía a pocas personas capaces de mirar siempre a los ojos y se sentía bastante "desnudo" cuando se asomaba a aquellos dos orbes negros. Era casi como si sintiera que podía contárselo todo a aquel hombre a pesar de que apenas se conocían y eso era algo que no estaba dispuesto a dejar que pasase. El carácter de Sanji era abierto por naturaleza pero hasta él tenia secretos que era mejor mantener enterrados.

Ace por su parte se sentía bastante desconcertado ante las reacciones del rubio. Lo sentía a la vez próximo y distante, deseoso de tener un brazo en el que apoyarse pero temeroso de abrirse. Tenia infinitas ganas de interrogarlo, de plantearle mil cuestiones y que le contara todo de él, pero apenas llevaban un día juntos y debía controlarse. Si lo presionaba demasiado lo asustaría y se cerraría, pero lo alegraba tanto tenerlo tan cerca, que era difícil no alargar la mano y tocarlo para asegurarse de que era real. El comandante desvió la vista también hacia el mar y respiró profundamente. Estaba decidido. Sanji seria suyo, él se encargaría de protegerlo de sus propios principios y le demostraría que estar con él era lo mejor para los dos.

En el Going Merry la noche estaba tranquila y en silencio. En el la torre del vigía, Zoro estaba sentado en el suelo con la espalda apoyada despreocupadamente contra la madera mientras giraba entre sus dedos una y otra vez un pequeño objeto rectangular, preguntándose por qué demonios estaba aquello en "su" sofá.

El día había sido largo, muy largo y muy aburrido. Nunca se hubiera imaginado que aquel cocinero imbécil se hiciera notar tanto, pero su entrenamiento se le había hecho sumamente pesado al no tener excusa para detenerse. Sin el continuo canturreo de Sanji preguntándole a las chicas si deseaban algo el peliverde había entrenado y entrenado hasta que el aburrimiento había podido con él y se había ido a dormir.

Y entonces, allí estaba. El mechero de Sanji en su "cama". Y ya no había podido dejar de pensar en otra cosa. ¿Se le habría caído? Y de ser así, ¿por que ahí?.O...¿Lo había dejado allí a propósito para estar permanentemente en su cabeza como estaba ahora? Arg. Se iba a volver loco.

Con furia, lanzó el objeto por encima del borde del cajón y se llevó las manos a la nuca cerrando los ojos. Darle vueltas a aquello no tenia ningún sentido. Si tanto le preocupaba qué hacia el jodido encendedor ahí ya se lo preguntaría cuando regresara. El rubio solo iba a estar fuera 6 meses, tiempo suficiente para que ambos se relajaran y se enfocaran en sus propios sueños en lugar de estar todo el día buscándose la boca. Y es que no podía comprender cuándo demonios aquel estúpido casanova se había instalado en su mente distrayéndolo de su verdadero objetivo. Cuándo prefería estar peleándose con él que preparándose para superar a Mihawk. Cuándo cada uno de sus sentidos se afinaba para encontrar un motivo por el cual desviar su atención hacia él.
Aquello no era bueno para ninguno y él lo sabia. Tanto uno como el otro tenían unos sueños y si bien, el sueño del cocinero no era incompatible con su extraña "relación", el suyo si que se podía ver perjudicado por la insana obsesión que había desarrollado por el cocinero. Además, ¿de todos los hombres con los que se había cruzado en su vida por qué tenia que ser precisamente ese mujeriego el que le quitara el sueño?. Y si no tuviera bastante con eso, encima tenia que aguantar las observaciones de esa insoportable mujer.

- Error de calculo, prf- bufó enfadado-. Aunque estuviera en lo cierto a Ace aun le faltan dos razones para captar la atención de ese imbécil.

- ¿Y qué razones son esas Espadachín san?- la serena voz de Robin sorprendió al peliverde que no la había oído acercarse y se enfadó consigo mismo por seguir distrayéndose al pensar en Sanji.

- Ace no tiene tetas- dijo llanamente con la firme intención de molestar a la morena-. Elemento principal para que ese pervertido te preste atención.
- Ah, ¿tú crees?- dijo con una sonrisa entrando en el cajón.
- Si- dijo seco mirando como la arqueóloga le tendía algo-. ¿Qué es eso?.
- Se te ha caído y pensé que te gustaría conservarlo- dijo abriendo la palma y dejando ver el plateado encendedor.
- Eso no es mío- respondió el peliverde frunciendo el ceño y mirando a otro lado.
- Ya lo sé- siguió la morena con su eterna sonrisa-. Es de Cocinero san.
- Entonces ¿por qué iba yo a querer guardar algo de ese idiota?.
- No lo sé- rió divertida poniendo el objeto en la palma del peliverde-. Tal vez para poder devolvérselo cuando vuelva - la chica lo soltó y se dispuso a bajar de la torre-. Si es que lo hace.
El peliverde se quedó mirando un instante el encendedor en su mano, lo agarró con fuerza dispuesto a volver a lanzarlo pero se detuvo cerrando los ojos molesto consigo mismo por no poder soltarlo. La idea de devolvérselo era sumamente estúpida, pero aun así guardó el pequeño objeto en su bolsillo. Lo tiraría, por supuesto que lo tiraría....un día de estos. Ahora estaba claro que su mente no estaba concentrada, no alcanzaría su objetivo si era incapaz de centrarse, si dejaba que sus pensamientos volaran hacia el cocinero cada vez que no se diera cuenta. Zoro suspiró pesadamente. Tal vez Ace había sido la solución. Tal vez el que se lo llevara, era lo mejor para los dos.

Sanji oyó la profunda aspiración del moreno y al mirarlo de soslayo se sorprendió por la sonrisa de seguridad que se había instalado en su rostro. Se parecía bastante a cuando Luffy se determinaba a hacer algo y se preguntó qué pensamiento seria merecedor de aquel gesto.
- ¡Ey, Ace!- una voz desde la escalera hizo a ambos chicos girarse para ver al alto navegante mirarlos con el ceño fruncido-. ¿Qué coño hacéis aquí los dos? Llevo casi una hora buscándote.
Al rubio no se le escapó la mirada de fastidio que el joven comandante le dedicó a su amigo antes de preguntar de mala gana.
- ¿Y qué es eso tan importante que tienes que decirme que no puede esperar a mañana?.
- ¿Te han aguado el ron?- respondió de vuelta el navegante ofendido por la pregunta y por el tono en la que se la había hecho-. Los chicos están esperándote para el juego de puntería. ¿Acaso te olvidaste?. Lafette, ya está como una cuba- dijo más animado-. Seguro que esta noche le saca un ojo a alguien.
- Vale, vale - respondió el comandante bajándose de la barandilla aunque a Sanji no le pareció demasiado animado. Sin embargo cuando se volvió hacia él su expresión cambio totalmente-. Te vienes ¿verdad?
- Lo siento, pero yo voy a retirarme a dormir ya- respondió el rubio dándole una ultima calada al cigarrillo y tirándolo por la borda.
- ¿Tan pronto?- soltó desilusionado el moreno.
- Si, bueno, para que el desayuno este listo cuando vosotros os levantáis, alguien debe levantarse primero a hacerlo- la lógica explicación del cocinero no pareció convencer demasiado a Ace así que añadió la verdadera razón por la que estaba tan cansado-. Y además llevo dos vigilias seguidas en el cuerpo, hice mi turno y el de Nami san por lo que no he dormido demasiado estos últimos días, así que estoy agotado.
- Esta bien- suspiró pesadamente el comandante-. Había olvidado que en tu barco las tareas se reparten entre 7 personas y que encima tu le quitas el trabajo a 2 de ellas.
- No es trabajo si se hace por amor- rió el rubio dándole una amigable palmada en la espalda a su comandante y tras hacerle un pequeño saludo al navegante se perdió en dirección a su dormitorio.
Sanji entró en la amplia estancia que formaba parte de su habitación y recordó que no la había pisado desde que Ace se la enseñara en la mañana, así que su ropa aun estaba guardada en su saco por lo que dibujó una mueca de disgusto. Seguramente tendría toda la ropa arrugada y odiaba meterla en el armario en ese estado. Sin embargo, no le había mentido a su comandante cuando dijo que estaba agotado y no se sentía con ganas de ponerse a planchar en aquel momento.
Tomó la bolsa y la arrastró pesadamente hasta el cuarto que, si bien se daba cuenta ahora, no había visto porque cuando Ace se lo enseñó a él solo le preocupaba la carencia de nicotina. Abrió la puerta lentamente y se quedó asombrado del espacio privado de que disponía. Era bastante más amplia que la habitación que tenia en el Baratie, la única vez que había tenido cuarto propio. Una amplia cama de matrimonio dominaba la estancia flanqueada por dos pequeñas mesas de noche, y a pesar del escritorio, el armario y un par de estanterías de pared quedaban bastante espacio libre para moverse con fluidez. Sin duda debería estar contento de tener todo aquel espacio para él y no tener que compartir la habitación con el resto de la tripulación como ocurría en el Merry pero por alguna extraña razón, aquel cuarto le parecía sumamente frío.
Sanji fue directamente al armario y comenzó a colocar su ropa, torciendo el gesto cada vez que comprobaba el estado de una prenda hasta que al sacar un grupo de camisetas reparó en una prenda desconocida.
-¿Qué demonios hace ésta aquí?- se preguntó así mismo desplegando la blanca y desgastada camiseta de algodón. Sin duda debía haberla cogido por error cuando recogió sus cosas, pero le jodía bastante que precisamente fuera una de las camisetas de Zoro. ¿Por qué demonios no podía tratarse de algo de Ussop o de Luffy?¿Por qué tenia él que conservar algo de Zoro?-. "Hoy tenia guardia..."- pensó de improvisto recordando las veces en que lo había observado dormir desde su hamaca. Incluso había llegado estirarla un poco para que quedara por encima de la de Luffy y así este no le tapara la vista. Y ¿por qué lo había hecho? Él no era así, él no hacia esas cosas. Por una chica puede, él era el conquistador. Pero con un hombre su papel era distinto y sin embargo por Zoro...había estado dispuesto a saltárselo en más de una ocasión -. ¿Por qué no me dejas en paz de una puñetera vez?

En un arrebato de coraje lanzó la camiseta a la papelera y se volvió a concentrar con enfado en guardar el resto de sus cosas. Cuando acabó, se tomó una ducha con el firme propósito de relajarse y regresó al dormitorio suspirando mientras se secaba los cabellos. No podía dejar de pensar en la puta camiseta. Estaba muy cansado y sabia que seria incapaz de dormir dejando la prenda allí tirada, así que dejó la toalla en la mesa descuidadamente y se agachó a recoger la camiseta.

Sus ojos descansaron sobre la prenda durante un largo minuto sin darse cuenta que sus dedos acariciaban la tela a la altura del pecho dibujando una línea oblicua. Sus hombros temblaron ligeramente ante la asfixiante sensación de soledad que inundó su pecho y sin pensarlo sus manos estrujaron la prenda llevándosela a los labios cuando cerro los ojos para aspirar profundamente. No podía seguir así y él lo sabia. Quizás debía alegrarse de haber dejado el Merry, de tener la posibilidad de olvidar a aquel hombre ahora que aun no había pasado nada, ahora que todavía no había hecho ninguna estupidez por él. Zoro así no se vería constantemente acosado por sus estúpidas disputas y él podría volver a perseguir chicas con el mismo interés que había tenido antes de que el espadachín ocupara todos sus pensamientos. Tenia que ver el cambio de barco como un regalo, como lo mejor que podía pasarle a los dos.

- Mañana...- murmuró quedamente deslizando la prenda por su cabeza, dejando que cayera por su propio peso al pasar los brazos por las mangas, sintiendo el roce del tejido casi como si fuera una caricia. Le quedaba holgada a la altura de los hombros y el pecho pero poco le importó. Sus manos recorrieron su cintura y su pecho, abrazándose a si mismo para sentir aquel tacto como si el espadachín estuviera allí-...mañana empezaré a olvidarme de ti. 

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Autora del Fanfic: Kaori

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