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lunes, 26 de mayo de 2008

Jugando con fuego cap 6



Capitulo 6. Cuestion de Entrenamiento.

La tripulación de sombrero de paja se encontraba comiendo animadamente en una barata taberna de la pequeña pero bulliciosa isla en la que habían amarrado, cuando el silencio se hizo dueño de la estancia. A excepción del tragón del capitán, el cual no levanto la vista ni un segundo de la mesa, el resto observaron curiosos la figura que avanzaba hasta ellos y que había provocado las expresiones de miedo en la clientela.

Zoro se sentó despreocupadamente en la silla que quedaba libre y estiró la mano hacia la botella más cercana comenzando a beber sin saludar siquiera.

-¡ah, Zoro!- gritó el renito rompiendo el silencio solo para decir lo evidente- ¡estas cubierto de sangre!...

- Tranquilo, Chopper- lo cortó el espadachín antes de que empezara a gritar pidiendo un médico a pesar de ser él mismo uno-. No es mía.

- ¿Se puede saber con quien te has peleado ahora?- lo regañó la navegante con cara de fastidio-. No puedes ir metiéndote en problemas en cada isla que paremos. Aun necesitamos 2 días para que se cargue el Log Pose.

- Déjame en paz- se quejó el peliverde-. Yo no los busco. Son ellos los que se cruzan en mi camino.

-Oi...Zoro...- le dijo Usopp recordando la destacamento de marines del que tuvieron que huir en la última isla porque al espadachín se le había antojado medirse contra su capitán, André "Piernas de Hierro" -. Si tenemos que correr...¿podías avisarlo con tiempo esta vez...?

- Nadie echará de menos de esos bastardos- una sonrisa diabólica se dibujó en la cara del espadachín y tomando un par de cuchillos de la mesa los lanzó contra el tablón de anuncios de la taberna, dejándolos clavados entre los ojos de dos de los buscados de los carteles, ambos con recompensas parecidas a la suya-. Quien pone los precios a las cabezas debería ser decapitado- gruñó enfadado-. No me llegaban ni a la suela del zapato.

Todos menos Robin miraron sorprendidos al espadachín, el cual los ignoró y siguió bebiendo con los ojos cerrados.

- ¡Pero que demo..- Nami empezó a protestar pero la mano de la morena en su hombro y el gesto negativo que le dedico hizo que se tragara la maldición y dejara al espadachín en paz. Siguieron comiendo en silencio, dándose cuenta que rápidamente se quedaron solos en la sala, cuando la geste se dio prisa en alejarse del lugar. Zoro desprendía un aura extraña. Un aura a muerte que pocos podían soportar.

- ¿Que demonios le pasa? - preguntó al aire la navegante observando la espalda del peliverde en la distancia, mientras caminaban de vuelta al Merry-. Esta descontrolado.

- Esta frustrado- sentencio la morena que caminaba a su lado con tranquilidad-. Su entrenamiento no va tan bien como esperaba.

-Pero si ahora casi ni para- dijo la pelirroja sin comprender-. Entrena más que antes.

- Tienes razón- sonrió la arqueóloga y la miró de lado-. Pero carece de un elemento cuya importancia no había valorado hasta ahora.

-¿A que te refieres?- a Nami le desesperaba cuando Robin se hacia la interesante.

-Piénsalo. ¿Que hace trabajar mas los músculos: Un peso muerto que levantas al ritmo que te parece o contener una patada capaz de partir en dos un edificio?

- ¿Quieres decir que las peleas con Sanji-kun mejoraban su ya de por si inhumano entrenamiento?

- Es lo que pienso. Ten en cuenta que peleaban entre tres y cuatro veces al día todos los días, por una u otra razón. Aunque Espadachín san pensara que solo lo distraía en realidad esas peleas eran el mejor entrenamiento que podía tener.

- Si todo lo que necesita es un sparring de su nivel- dijo molesta la pelirroja- podía usar a Luffy.

- Jajaja, ya sabes lo orgulloso que es- rió la morena-. Nunca pediría ayuda para algo así. Cocinero san y el lo hacían de manera espontánea y por eso no ha sido consciente hasta ahora de la importancia de esas peleas.

-Ains...- suspiro la navegante llevándose una mano a la cara- ...¿quien iba a decirnos que necesitaríamos a Sanji-kun para mantener tranquilo a Zoro?

- Irónico ¿verdad?- rió alegremente la morena.

- De todas formas no podemos dejar que siga así. No nos podemos permitir ir llamando la atención en todas las islas que pisemos.

- Y ¿que sugieres?- preguntó desconcertada la morena ante la extraña mirada que apareció en su rostro-. Espadachín san no aceptara consejos de nosotras...

- Bueno....hay otras maneras de relajar a un hombre...- dijo con voz sensual mirando a la morena-. Y Zoro es un joven bastante atractivo, ¿no te parece Robin?

- Ni te molestes, Navegante san- dijo con tranquilidad la morena y luego añadió divertida-. Me sobran dos razones para atraer la atención de Espadachín san- la pelirroja la miró interrogante y la arqueóloga simplemente le dedico una sonrisa calida-. Déjalo en paz. El tiempo ya pondrá cada cosa en su sitio.

La arqueóloga subió al barco dejando a una muy desconcertada Nami intentando descifrar aquellas palabras.



Ace y Sanji miraban con gesto molesto la intensa lluvia que caía sobre cubierta como dos niños a los que una tormenta impide salir a jugar al parque. Después de la "conversación" que tuvieron en la cocina hacia unos días habían quedado en entrenar un poco en el tiempo libre que el cocinero tenia entre el almuerzo y la cena pero parecía que el tiempo había decidido ponerse en su contra.

Sanji suspiró con resignación sacando un cigarrillo y llevándoselo a los labios. Ni siquiera intento buscar las cerillas porque casi al instante, el comandante lo prendió en un gesto que se había convertido en natural entre ellos. Intercambiaron una mirada silenciosa que ambos comprendieron perfectamente y pusieron rumbo a los dormitorios, hoy no habría juegos porque no podían pelear contra el tiempo. A Sanji le resultaba en cierta manera cómico el hecho de quedar con Ace para entrenar, ya que nunca se había planteado una rutina de ejercicios. Explosivo por naturaleza, Sanji había adquirido su fuerza defendiéndose de las patadas de Zeff cuando cometía algún error y luego sus continuas disputas con el resto de los cocineros, los ataques piratas y los clientes molestos por coquetear con sus citas habían terminado de pulirlo. Y ahora allí estaba, esperando ansioso por un poco de acción predeterminada.

Caminaban por el estrecho pasillo cuando una de las monstruosas olas provocadas por la cada vez mas agresiva tormenta hizo zozobrar el barco y lanzó a un muchacho contra el otro, haciendo que Sanji se viera atrapado entre el cuerpo de su comandante y la pared. Su excelente equilibrio impidió que ambos se fueran al suelo, pero al sostenerlo no pudo evitar que se le escapara un pequeño gesto de dolor que no pasó inadvertido al comandante.

-¿te encuentras bien?- preguntó algo preocupado el moreno, el cual había apoyado las manos en la pared a ambos lados de Sanji para aliviarlo de su peso pero no había retrocedido ni un cm, incapaz de renunciar a la cercanía que había conseguido.

- Si, tranquilo- dijo el rubio con una nerviosa sonrisa, al darse cuenta que aun sostenía a su comandante por la cintura, cosa que arregló rápidamente retirando sus manos, llevando una al hombro, foco del dolor, y masajeándolo ligeramente-. Tan solo fue un mal movimiento en la pelea de ayer.

Ace observó como la mirada del rubio se dirigía a la entrada del pasillo y se retiró completamente. Había empezado a entender a Sanji a la perfección, se había dado cuenta que el cocinero inconscientemente guardaba las distancias en los lugares públicos pero era mucho mas cercano y natural cuando se encontraban a solas, lo que había llegado a interpretar como una velada negación hacia una inclinación que algunos imbéciles consideraban "anormal", así que decidió una jugada arriesgada.

- Acompáñame- le dijo abriendo camino hasta su habitación- tengo algo que te aliviara el dolor.

Sanji lo miró dispuesto a protestar que no era necesario pero el hecho de que Ace hablara con aquella autoridad y que echara a andar sin esperarlo hizo que lo siguiera sin rechistar y casi sin pensar. Los hermanos D tenían esa extraña cualidad, por mucho que uno protestara siempre acababa siguiéndolos.

Cuando el rubio alcanzo el dormitorio del comandante, éste ya estaba rebuscando en un pequeño armario, así que simplemente entró sin darse cuenta que cerraba la puerta a sus espaldas y paseó la vista por la estancia, bastante mas amplia que la suya pero exactamente igual de ordenada.

-"Es un buen chico"- el pensamiento acudió a su mente de manera imprevista y se molesto al no comprender que significaba. Era consciente de que le agradaba mucho estar con Ace y aunque le costara admitirlo, sabia perfectamente que se sentía atraído por él. No sabia cuando sus gustos habían cambiado tan radicalmente. Sus ojos se pasearon por la figura del comandante admirando la fuerte y joven espalda. Ni Zoro ni él se parecían en absoluto a los hombres con los que casualmente se acostaba y si bien, cuando acabó aceptando sus sentimientos hacia el espadachín tuvo la sensación de dar por fin un paso hacia delante, el que ahora depositara su atención en un hombre de similares características a las del peliverde le hizo temblar asustado.

-" Es porque no vamos a parar en ninguna isla en mucho tiempo. No hay donde elegir y yo soy un maldito adicto al sexo"- se regaño a si mismo-." Pero no va a pasar nada. Es el hermano de Luffy y mi superior, por favor"- sus ojos siguieron descendiendo por el cuerpo del moreno distraídamente-."Y no se parece en nada a Zoro. Puede que tengan parecida constitución y edad pero Ace es agradable, amable, educado, servicial....cht, no se parece en nada a ese animal....¿Por qué demonios los estoy comparando?".

El cocinero desvió la vista al suelo cuando notó que la espalda de Ace comenzaba a girar, no quería incomodarlo si lo sorprendía mirándole el trasero, y suspiró pesadamente. Todo era mucho mas fácil cuando solo le atraían los hombres mucho mayores que él.

- Por fin lo encontré- dijo Ace acercándose a él con un pequeño frasco en sus manos-. Hace tanto que nadie llega a tocarme que había acabado en el fondo del armario, jajaja- rió con voz suave y Sanji dibujo una sonrisa cómplice. Aquello había sido muy arrogante pero en Ace había sonado casualmente natural-. Es un buen remedio contra los golpes y contracturas musculares.

-Gracias...- le respondió el rubio tendiéndole la mano para aceptar el frasco pero un extraño brillo en los ojos del moreno lo hizo estremecerse ante la inesperada comprensión.

- Será...mejor que te lo ponga yo- comentó el joven comandante acercando el frasco hacia sí mismo-. Hace más efecto si se aplica con calor y...yo puedo extenderla mejor que si lo haces tu mismo...- Ace imitó el movimiento que el cocinero debería realizar, demostrando lo improductivo de la posición, pero a Sanji no le hacia faltan mas excusas.

-"Situación comprometida"- gritó su mente-"declina la oferta cortésmente y sal de la habitación A-HO-RA".

Sin embargo su cuerpo no respondió a la orden de su mente. Sus ojos se habían quedado enganchados a los del moreno, a aquel profundo deseo que había observado al fondo de aquellos penetrantes orbes negros, a la callada suplica para que aceptara y no saliera huyendo asustado.

Casi ni se dio cuenta de que había empezado a desabrocharse la chaqueta hasta que Ace había roto el contacto visual al descender la mirada hacia sus manos. La velada sorpresa que su rostro reflejó le aseguró que no esperaba aquella respuesta.

- Tienes razón...- dijo lo más natural que pudo dejando la chaqueta sobre una silla y aflojando el nudo de la corbata.-. Eres...muy amable.

- Es lo menos que puedo hacer- una cálida sonrisa se reflejó en la cara del moreno que se dirigió a la cama y se subió de rodillas en ella-. Después de todo, te lo hiciste por mi culpa. A veces olvido medir bien la fuerza de mis golpes.

Sanji se sentó de espaldas al moreno mientras acababa de desabrocharse la camisa y la deslizó por los hombros, dejándola descansar a la altura de los codos. Suficiente para un "inocente" masaje.

- ¿Quieres decir que te contienes contra mi?- dijo divertido el rubio aunque algo molesto. Sabia de sobra que estaba a años luz del moreno pero aun así su orgullo le impedía admitirlo abiertamente.

- ¿Tu no?- la sincera pregunta del comandante sacó una amplia sonrisa al cocinero. Que lindo, realmente lo decía en serio.

- Yo siempre voy con todo...- las manos de Ace se posaron en su piel y Sanji cerro los ojos inconscientemente. La derecha reposaba descuidadamente en el hombro del mismo lado mientras que la izquierda, ligeramente más cálida gracias a la Akuma no mi* del moreno masajeaba suavemente su dolorido trapecio** esparciendo el ungüento de agradable aroma. La entrenada nariz del cocinero desentrañó los componentes con facilidad, reconociendo alguna de las plantas que lo componían por las veces que Chopper había trabajado sobre sus medicinas en la cocina-. ...cuando se que mi contrincante puede soportarlo.

- Me tomaré eso como un cumplido- rió divertido el moreno con la vista fija en la pálida piel del cocinero, sintiendo su suavidad y su firmeza bajo sus palmas. Había visto la alarma escrita en el precioso ojo negro del rubio cuando se había ofrecido a hacerle el masaje. Había jurado que saldría corriendo ante tan descarado movimiento, que casi podría leer en su frente "estoy desesperado por tocarte" pero de nuevo lo había desconcertado con sus acciones. Cuando había empezado a desvestirse, el que había deseado salir huyendo fue él. Aquel hombre era pura sensualidad en movimiento y Ace había tenido que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para andar hasta la cama en lugar de correr a apoderase de aquellos finos labios de una maldita vez. Si tan siquiera le diera una pista sobre sus pensamientos, podría reunir el valor para dar ese último paso y decirle claramente lo que sentía por él.

Su mano recorrió la piel desde el hombro hasta la nuca con suaves presiones, sin darse cuenta de las delicadas caricias que su derecha dibujaban sobre el otro hombro, ajenas a toda atención.

Sin embargo, Sanji si que era consciente de aquel roce, culpable de los deliciosos calambres que recorrían su espalda al estimular sus sensibles nervios de manera aun mas excitante que el masaje de su gemela, la cual había hecho casi desaparecer el dolor al relajar completamente sus músculos. Sus propias palmas aferraban con fuerza la tela de sus pantalones en un vano esfuerzo por mantener una calma que no poseía, hasta que comprendió que había traspasado sus propios limites. Era imposible que alguien como él mantuviera la serenidad bajo un roce como aquel. Era imposible que Ace lo tocara así de manera amistosa y desinteresada. Solo había dos salidas a aquella situación. Entregarse o huir.


Notas finales del capítulo:
*Akuma no mi = Fruta del diablo.
* trapecio: músculo que une cuello y hombro.




Autora del Fanfic: Kaori

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